Capítulo 3: Me da mala espina

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—Hola, bombón—Ed me abrazó y besó mi mejilla efusivamente.

—Hola, Ed. ¿Sabes algo de Camila?

—Sí, anoche me llamó entusiasmada gritando: ¡Spencer y yo somos novios! —habló imitando su voz.

—Lo supuse, llegué muy tarde de la cena con papá y no pude hablar con ella.

Saqué el libro de literatura y guardé lo que no necesitaba en el casillero, Ed me rodeó con uno de sus brazos y caminamos hacia el salón de clases.

—¿Es cierto que ayer saliste con Alex?

—Hmmm, sí. ¿Cómo lo sabes?

—Camila te vio en Breakcoffe's, pero dijo que no quiso interrumpir.

—También la vi. Compartiendo saliva con Spencer —hice una mueca de horror y Ed sonrió exageradamente.

—Qué asco.

Entramos en el aula y Ed ocupó su lugar tras de mí, Camila aún no llegaba y Alex... ¿Dónde está Alex?

—Aquí estoy, llegué tarde —Cami llegó agitada y ocupó un asiento delante de mí, acomodó su bolso y giró a vernos. Llevaba ese mismo brillo en los ojos que percibí el día anterior.

—Hola, pitufa —saludó animosamente.

—Hola, rubia.

—¿Eso es un insulto? —alzó una ceja y Ed río tras de nosotras.

—Sabes que no.

—Bien, pues. Anoche te olvidaste de mí.

—Lo lamento -comenté- pasaron muchas cosas ayer que... quiero contarles.

—¿Qué pasó minion? —Ed tomó su silla y la jaló junto a nosotras. Tomé aire y empecé a relatarles todo lo ocurrido el día anterior, desde el ofrecimiento de disculpas por parte de Alex, el querer conocerme más a fondo y las actitudes de casi novios que tuvimos durante la hora siguiente a eso.

—Me da mala espina —Ed había acomodado los libros en forma de dominó y jugueteaba con ellos.

—A mí igual, Carol. ¿Qué opinas tú?

—No lo sé, él... me gusta, pero su propuesta es algo extraña.

Y hablando del rey de Roma. Alex llegó cargando su mochila de manera inocente.

—¡Carol! —corrió a saludarme con un pequeño beso en la mejilla.

—Hola, ¿por qué la tardanza? —sonreí tímidamente y él ocupó su lugar junto a mi botando a Ed atrás.

—Problemas en casa.

—Hola, Alex —ironizó Camila con una sonrisa— ¿Has notado que Eduardito y yo llevamos acá como tres minutos?

—No me llames Eduardito —Ed cruzó los brazos pareciendo un niño ofendido.

—Como sea —se burló ella— ¿Lo notaste?

Alex nos miró algo confundido y saludó a mis mejores amigos como debía hacerlo desde el principio.

—¡Todos sentados! —la maestra Peterson, tía de Brad Peterson, entró en el salón y repartió los resultados del examen de análisis literario.


-xxx-

Luego de la primera mitad de clases era la hora del almuerzo y caminé junto a Alex en dirección a la cafetería, aunque, cuando intenté tomar su mano como la noche anterior, él la quitó inmediatamente y se excusó diciendo que quería que todo vaya de a pocos.

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