Capítulo 24: Post-rompimiento

83 30 1
                                        

Caroline's POV.

¿Alguna vez han sentido que todo el mundo arremete en su contra?, ¿O la sensación extraña de que un desconocido te conoce más que tus propios amigos?

Daniel era raramente increíble y me encantaba que fuera un enigma para mí. Su actitud, su raciocinio, su obsesión por ser normal y su falta de necesidad para lograrlo todo.

Tenía lo que quería, pero no se jactaba de ello, decía que era pobre por dentro y adornado en oro por fuera. Jamás entenderé completamente el misterio que rondaba en su mirada y en su pasado. Jamás seré totalmente consciente de lo que sufrió. Pero de algo estoy segura: Daniel me arrojó a lo desconocido cuando entró a mi vida, y no se lo reprocho.

—¿En qué piensas? —soltó el mando de videojuegos de sus manos y volteó a observarme confuso.

—En.... ti.

Sus ojos se abrieron como platos e hinchó el pecho en señal de satisfacción.

—¿Y qué piensas de mí?

—Todo —tragué saliva— tu forma de ser, lo raro que fue conocerte...

—Fue bastante raro, ¿no? —se acercó y tomó asiento en el sofá junto a mí— podríamos ser los protagonistas de un libro romántico.

—No hay romance.

—Eso dices por ahora —sonrió— en poco tiempo te darás cuenta que seríamos un fantástico best-seller.

Golpeé su brazo.

—¡Estás loco!

—Auch, y gracias.

—No fue un cumplido —sonreí burlona.

—Lo sé.

—Entonces no me agradezcas.

—Me encanta agradecer —se acercó.

—Lo dudo.

—Créeme —se puso de pie— puedo ser un adolescente indeciso, pero no un mentiroso.

Asentí, Daniel es quien es y realmente le agradezco el acompañarme en estos momentos tan difíciles con Alex.

No soportaría sobrellevarlo sola.

—¿Gatito?

Movió la mano frente a mí sacándome de mis pensamientos.

—Dime.

—¿Estás bien? —sonrió con cierta preocupación en el rostro.

—Emm... sí.

—¿Estás segura?

—Sí —gruñí— y ya deja de hacer tantas preguntas.

Su sonrisa se agrandó y volvió las manos al mando de videojuegos.

Caminé hacia el escritorio, encendí su ordenador y busqué música para sentirme mejor, pero nada servía. Seguía pensando en Alex y las punzadas en el pecho se intensificaban conforme oía su voz dentro de mi cabeza; me tapé los oídos intentando alejarlo de mí, pero era inevitable. Los recuerdos junto a él eran inevitables.





Hace tres semanas.

Solíamos tener la costumbre de tomar café casi todas las noches juntos. Él venía a mi casa y caminábamos tomados de la mano en dirección a Cori's, pero esa noche Alex no podía, dijo que tenía un asunto familiar que atender.

—¿Es urgente? —pregunté triste.

—Sí, Carol. Lo lamento.

Jugueteé con mi cabello entre los dedos y suspiré cansada.

HOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora