Capítulo 5: Leones y lobos

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"Sonaron las campanas. Todos despertamos aturdidos, Sam, mi hermano, yacía dormido junto a mí.

—Hey —lo desperté moviendo su brazo— ya sonó.

Él se puso en pie al oírme y gritó fuertemente para que los demás le tomaran atención.

—¡Debemos estar alerta, lo mejor es no separarnos!— empezamos a arreglar nuestros equipajes en mochilas fáciles de llevar, miré por la ventana y observé el claro cielo azul, aparentemente no había ningún reto el día de hoy. Pero la campana había sonado.

Larissa, la más pequeña del grupo se sentó junto a mí en mi pequeña cama —¿Qué crees que sea esta vez?

Negué con la cabeza.

—No tengo ninguna idea, pero mejor estar prevenidos.

Última campana.

—¿Chicos? —preguntó Sam, todos asintieron dando a entender que estaban preparados. Tal vez sea un rayo adormecedor como anoche, o una plaga de insectos que no hacen más que picar como el primer día en este campamento. Nadie lo sabe. De eso se trata, de sobrevivir a los retos que se desatan día a día.

Pero finalmente mañana era nuestra noche nueva. En otras palabras, nuestra noche final aquí.

—Jamás debí dejar que me convencieras de venir —le susurré a Sam dando alusión a su propuesta por haber cumplido la mayoría de edad.

—Te quiero, hermanita, ¿lo sabes?

—Oh, por supuesto que sí —dije en un gruñido mientras él reía— meloso.

—¡¿Todos están aquí?! —gritó mientras se acomodaba tras la cama. Me senté junto a él escondiéndome de lo que sea que vendría.

—¡Sí, señor! —respondimos.

De pronto una leve ola de frío nos invadió.

—Siento frío —dije, pero Sam sólo me miró enojado y señaló una casaca sobre la cama, la tomé sigilosamente y caí en trance, mi mente se nubló mientras escuchaba a la lejanía la voz de mi hermano llamándome. Una pequeña luz se divisó ante mí, conforme crecía el temor se apoderaba por saber qué nueva visión tendría. Y allí estaba, un enorme león corriendo de... ¿Nieve?

—¡Thami! —abrí los ojos y me encontré a Sam mirándome fijamente— ¿Qué fue lo que viste?

—Nieve.

—¿Ah? —su rostro se desencajó totalmente, desde el primer día en el campamento había experimentado esta clase de visiones advirtiéndonos del siguiente reto. Era extraño e inusual, pero nadie lo sabía, era un secreto de nuestro escuadrón.

—Thamara vio nieve —soltó mi hermano ante todos nosotros.

—¿Nieve? Eso es ridículo —dijo uno de ellos.

—No creo que sea tan ridículo —Larissa se encontraba mirando a la ventana, Sam se acercó a ella y miró, sus ojos se abrieron descontroladamente mientras gritaba de manera desgarradora.

—¡Corran!

Nadie tuvo tiempo para nada, un enorme lobo derrumbó la pared que nos dividía del exterior destruyendo totalmente la estructura.

Me refugié bajo la cama, tosí tratando de quitar el polvo que había ingresado a mis pulmones.

—¿Sam? — pregunté asustada— Samuel, ¿Dónde estás?

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