Capítulo 48: El último instante

27 6 0
                                    

Ariana's POV.

Suena la alarma del despertador que se encuentra junto a mi cama tan fuerte que hace que sienta una punzada en la cabeza.

Ni siquiera caí en cuenta de que había amanecido, me pasaba en vela la mayoría de las noches a pesar de que los médicos me prometieron que poco a poco volvería a dormir.

—Señorita Ariana, buenos días —una de las enfermeras ingresa a mi habitación y abre las persianas, luego revisa que todo está en orden— ¿cómo amaneció hoy?

Empiezo a vestirme con la ropa que papá me trajo desde casa, pienso en mi verdadera habitación y siento que se forma un nudo en mi garganta ante el recuerdo. Pero inmediatamente lo aparto de mi mente.

—Nuevamente no he podido dormir bien.

Ella me observa detenidamente —¿Tomó los medicamentos anoche?

Asiento mientras termino de ponerme los zapatos tipo pantufla que debo usar, porque no permiten nada que tenga pasadores ni tiras.

—Pues probablemente poco a poco irá conciliando el sueño, pero de todas formas, dígaselo a su médico.

—Eso haré ahora mismo —me pongo en pie pero ella me detiene suavemente.

—Primero debe desayunar, señorita.

Obedezco y camino tras ella en dirección al comedor donde la mayoría de personas ingresadas se encuentran, algunos son algo más jóvenes que yo y otros mucho mayores.

—Hola, tú —se sienta junto a mí con una manzana en la mano.

Fijo mi vista en el desayuno poco apetitoso que tengo frente a mí, intentando comer lo más que puedo. Pero vuelve a llamarme con más insistencia.

—¿Podrías dejar de ignorarme? —suelta tras un suspiro— a veces me haces sentir como si no existiera.

No quiero mirar, solo deseo terminar de una vez por todas con la avena que parece nunca acabar.

—Ari, ¡hazme caso! —me intenta pellizcar pero retiro el brazo al instante— yo soy la única amiga que tienes en este sitio de locos.

Me levanto de golpe.

—No existes, no existes, no existes, no existes —empiezo a repetir en susurros mientras doy vueltas por el ambiente, sé que muchas de las enfermeras me observan pero es lo que menos me importa en este momento.

—Claro que existo, tonta —se pone frente a mí, lleva un vestido floreado en tonos pastel y el cabello rubio suelto— todas estas personas lo único que quieren es alejarme de ti.

—No existes, no existes, no existes...

—Soy tan real que yo si puedo usar zapatillas con pasadores, ¿ves? —me muestra sus zapatos rosados.

Me acerco a una de las enfermeras que ya me ha estado observando un buen rato.

—Necesito ver al doctor Davis.

—¡No! —grita en mi oído— lo que necesitamos es irnos de aquí.

La enfermera toma mis manos y las acaricia intentando calmarme.

—Te llevaré a su consultorio.

Empezamos a caminar mientras Laura sigue tras de mí, por momentos intenta detenerme pero continúo caminando lo más pronto que puedo.

—Pase, señorita Ariana —el doctor Davis, mi médico tratante desde que ingresé, se encuentra sentado en uno de esos muebles que usan en terapia, su rostro se encuentra relajado en cuanto ingreso pero al observarme con detenimiento se tensa ligeramente.

HOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora