Capítulo 46: Pensé que te perdería

34 9 1
                                    

—¡Pitufa!

Veo a Camila aparecer en mi radar y lanzarse sobre mí para abrazarme.

—Más despacio, rubia —le digo intentando recobrar las fuerzas luego del apretón que me dio.

—Lo siento —me mira triste— es que realmente han sido días oscuros sin ti.

Sonrío divertida, a pesar de que no he estado consciente para saber qué era lo que pasaba a mi alrededor estoy totalmente segura que mis mejores amigos han estado pendientes de mi mejoría, porque eso somos... Como una familia.

—¿Tanto me has extrañado?

—No solo ella... —Lisa ingresa en la habitación intentando contener sus lágrimas, luego se acerca con cuidado hacia mí y me da un sonoro beso en mi castaño cabello.

—Nena, ¿cómo has estado? —pregunto mirándola, me causa demasiada ternura ver que todos están emocionados de verme. Para mí es como si hubiera dormido una pequeña siesta y ya.

—¡Fatal! —dramatiza Cami— todos hemos estado tan preocupados por ti que no podíamos ni respirar tranquilos.

—Exagerada.

—Lo digo en serio —ríe ella.

En ese momento veo entrar a Ed seguido de Spencer con un montón de ositos de peluche y globos de colores. No puedo aguantar la risa, me duele un poco el pecho pero, ¿Qué más da?, justo en este instante no quiero perderme de disfrutar esta sensación que tengo dentro de mí.

—¡Mi pequeño pastelito! —Ed se lanza, literalmente, encima de mí— ¡pensé que te perdería para siempre!

Lo abrazo con todas mis fuerzas y luego me separo de él sacándole la lengua.

—Rayos, háganse a la idea de que jamás podrán deshacerse de mí, ¡aunque quieran no podrán! —digo mirando a todos.

Ellos ríen, sin embargo algo me falta, o mejor dicho... alguien. Pensé que sería el primero en pedir verme pero por lo visto o no ha estado aquí, o todo lo que dijeron sobre Clarie era cierto y se fue con ella.

Siento que los ojos me empiezan a arder, Camila instintivamente se acerca a mí y me toma de la mano, como intentando transmitirme tranquilidad.

—Él vendrá, tranquila.

Suelto un suspiro que aligera el peso que siento en los hombros.

—¿Y por qué no está en este momento aquí mismo?

—Es una larga historia, nena. Ya te contaremos.

Y así terminó mi mañana, en medio de abrazos y tantos cariños que sentía que iba a explotar.

Camila y Lisa pasaron más tiempo conmigo, me trajeron el desayuno con el permiso del médico a cargo y vimos series, aunque a mitad del primer capítulo quedé totalmente dormida, ellas lo entendieron totalmente, quizá por el efecto de los analgésicos combinados con las altas dosis de antibióticos que me estaban administrando. Me sentía como una nube flotando en el aire.






-xxx-

Cuatro horas después.

Oigo que la puerta se abre, aún me siento adormecida y no sé si estoy soñando o no. Creo que sí, pero no estoy segura. Una mano acaricia la mía tan suave que parece que temiera romperla, creo que es Daniel, pero me pesan tanto los ojos que no puedo abrirlos...

—Hola, gatito —su voz estremece mi cuerpo y tengo ganas de abalanzarme sobre él— tranquila, sé que estás exhausta pero no quería que terminara el día sin venir a verte.

Intento despertar y responderle, pero los medicamentos me juegan una mala pasada y no logro hablar. Solo balbuceo.

—¿Sabías que te quiero mucho? —susurra— sería inoportuno decirte que te amo cuando estás medio dopada.

¿Dijo que me ama? —por eso te lo diré en cuanto estés totalmente despierta, amor.

Lucho conmigo misma para intentar salir del sueño, ¡no puedo creer que haya dicho que me ama!, ahora mismo lo único que me tiene flotando en una nube es eso y no las medicinas que tengo corriendo por las venas.

—¿Dani? —la voz de mi madre se asoma.

—Dígame.

Siento que su calor se desvanece, al parecer se aparta porque ya no percibo el aroma de su colonia que tanto me atrae.

—Richard y yo queremos hablar contigo, sobre.... ya sabes.

¿Saber qué?

—Claro, ahora mismo voy.

Deposita un beso en mi mejilla y susurra un "te quiero" antes de marcharse, quiero detenerlo pero no puedo, quiero preguntar qué es lo que "ya sabe" pero no me salen las palabras, solo me quedo ahí: inmovil y sin fuerzas.

Benditas medicinas.




-xxx-

—¡Caroline Hope!

Una voz chillona me levanta del sueño precioso que estaba teniendo donde caminaba alegremente por la orilla del mar junto a Daniel. Quiero tirarle la máquina de hospital que tengo junto a mí en la cabeza.

—¿Sabías que en los hospitales hay una regla de guardar silencio? —le digo señalando la fotografía de una enfermera con los dedos en señal de "silencio" sobre los labios.

—Me da igual.

—Lo sé, pero mínimo por amor a mi sueño, ¿no? —tapo mi rostro nuevamente con la manta calentita que se encuentra sobre mí.

Camila quita la manta de mi rostro y se acerca tanto que puedo verle las pecas de sus mejillas.

—¡Son las nueve de la mañana, niña!

—No me importa, estoy enfermita.

Y vuelvo a taparme.

Estoy consciente de que debo levantarme para recibir el chequeo médico en cualquier instante pero quiero dormir y eso puede más que yo.

—¡Buen día, señorita Hope! —el médico ingresa sonriente con una enfermera tras él que lleva un cuaderno de apuntes seguido de mamá y papá.

—No puede ser, ¿acaso nadie deja dormir en este hospital?

La enfermera ríe seguida por mis padres, mientras Camila sigue con su mirada de madre avergonzada.

—Lo siento mucho, pero hoy tenemos que presentarle a una persona que estará con usted por un tiempo compartiendo sus conocimientos —comenta— y le ayudará a recuperar las fuerzas que necesita en sus piernas.

Okay. Eso capturó mi atención. ¿De qué va tanto misterio?

Una castaña mujer vestida de blanco ingresa a mi habitación del hospital, lleva un estetoscopio alrededor de su cuello y sonríe de una manera tan tranquilizadora que da miedo.

—Hola, Caroline —dice en cuanto me ve— soy Sophia Jones, y soy la médico especialista en Rehabilitación y Fisioterapia.

—Oh, wao. Un gusto.

—La doctora Jones es de nuestras mejores médicos especialistas que tenemos a nivel nacional, ha sido toda una odisea traerla hasta aquí pero ahora podrás aprovechar todo lo que sabe para mejorar —comenta el médico que hasta ahora no puedo pronunciar su nombre.

—Genial, ¿iniciaremos hoy? —pregunto curiosa.

Ambos se miran y sonríen, la enfermera procede a revisar mis vendajes y verificar todos los datos que las máquinas arrojan sobre mí.

Así que, aquí vamos. Día 1 de rehabilitación y Daniel no ha vuelto a aparecer.

— 🦋 —

Maratón por el final 3/4 ❤️

HOPEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora