Parte 62: Encanto de Siberia

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Alex se encontraba en una cafetería frente al hostal donde se habían quedado a dormir. Mientras esperaba su desayuno leía el periódico.

Al lado suya se sentó una mujer de ondulado pelo castaño, que accidentalmente le dio un pequeño codazo.

"Oh, lo siento mucho"

"No pasa nada, de... verdad..."

"He sido un poco torpe..."

"........"

El escritor no pudo evitar mirarla de forma extraña, pues llevaba una falda larga, colgante y un jersey oscuro de cuello alto.

Eso y el peinado le hacían parecer de otra época.

"¿Le ocurre algo?"

"No, simplemente..."

"........"

"Estaba intentando localizar su acento"

"Oh, entiendo" - dijo algo más relajada - "Es de Siberia"

"Vaya, nunca había conocido a una siberiana"

"Mi nombre es Irene, Irene Drubovna"

"Alex, Alex Nevsky"

"Nevsky, ¿acaso eres ruso?"

"No, yo... soy canadiense..."

"Nunca he estado en Canadá, aunque tampoco he estado en California" - se rio un poco - "Tampoco sé muy bien a dónde ir"

"¿Y eso?"

"Estoy... buscando mi propia ruta..."

"Yo algo parecido, solo que con algunos amigos..."

"Qué interesante" - dijo con curiosidad - "¿Eres camionero o algo así?"

"No, de hecho soy escritor"

"Escritor..."

"¿Y tu? ¿En qué trabajas?"

"Yo trabajaba como diseñadora de moda"

"¿Ya no?"

"No, la empresa cerró por cuestiones ajenas a mi"

El hombre de la barra sirvió los dos desayunos, siendo que ella había pedido un café y algo parecido a huevos revueltos.

"Todavía hay muchas cosas que no he... experimentado..."

"¿Nunca has comido huevos revueltos?"

"Hasta hace poco no sabía que era un donut"

"¿Y qué tal el descubrimiento?"

"Demasiado azúcar..."

"Dime, ¿qué te trajo de Siberia?"

"Realmente me trasladé por trabajo a Nueva York, tenía un prometido y todo..."

"¿Falleció?"

"No, se... se enamoró de otra mujer..."

"La... lamento mucho haber preguntado..."

"No, no pasa nada"

Su voz era algo triste, pero parecía intentar mantener la cordialidad del momento.

"Como me quedé sin trabajo... no sabía dónde ir, pensé en simplemente..."

"¿Visitar todo el país?"

"Hasta encontrar mi lugar"

"Bueno, eres joven" - dijo mientras tomaba un sorbo de café - "Tienes tiempo para reinventarte un poco"

"Aún... aún no me acostumbro a que me tuteen..."

"¿Cómo dices?"

"Que... ¿qué tipo de libros escribes?"

"Thriller, también he traducido algunos libros, terror, ficción..."

"Historias de terror y thriller me se unas cuantas"

"¿En serio?"

"Bram Stoker, Mary Shelley, alguna historia para no dormir que cuentan las madres"

"Mi amigo Nicolás está más metido en el terror que yo"

"¿También es escritor?"

"Periodista, pero muy aficionado al cine de terror"

"Cine... no he visto demasiado cine..."

"Pues California está llena de salas de cine, deberías probar a ir a menudo"

"Quizás... debería hacer un listado de cosas por hacer..."

"Esa es una buena idea..."

Ambos hablaban tranquilamente cuando una mujer perdió el equilibrio y al caer soltó un pequeño grito.

Este fue escuchado por Nicolás y Carrie, que estaban a unos cuantos metros de la cafetería.

"Nevsky, ¿qué has hecho ahora?"

"Eh, vosotros dos..."

"Esther... ¿qué haces con el libro del miedo?"

"¿Necesito algún motivo para coger este trozo de papel inútil?"

"A ver, inútil no es..."

"Da igual, hay un Terror localizado"

"¿Un Terror?" - se preocupó Carrie mientras cogía el libro - "Es... es cierto..."

"¿En mitad de la nada?"

"¿Y dónde está Alex?" - preguntó Esther - "Normalmente hace bulto contigo"

"Qué gracio..."

"Alex..."

"La cafetería..."

Carrie devolvió el libro rápidamente a Esther y ambos corrieron a la cafetería, para confusión de la bajita asesina serial.

"Qué atajo de raritos..."

Detectives del MiedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora