Parte 22: Descansos

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Los tres investigadores y cazadores de Terrores llegaron al hostal donde se hospedarían antes de coger el autobús que les llevaría al condado de Maine.

Aunque habían llegado muy de noche tras pasar casi todo el día en comisaría.

"Qué día más largo"

"No me digas, Esther, cómo se nota... ¡que a ti no te has puesto esposas!"

"No, no he tenido que pasar por eso"

"¿Por qué? Esther, ¡¿por qué?!"

"Dijiste que actuara como tu hija y eso hice"

"¡No como la hija a la que..."

"Nicolás, ¿puedes bajar el volumen?" - le pidió el escritor - "No quiero que nos llamen la atención los del hotel"

"Esther, ¿en qué dimensión esperas tener relaciones con tu..."

"........"

"........"

"¿Qué? ¿qué pasa?"

"Había olvidado que ese de hecho es tu modus operandis"

"No es mi principal modus operandis"

"¿Y cuál es entonces? Lady Femme Fatale"

"Me infiltro en una familia y si va bien estupendo, si va mal..."

"Los matas a todos"

"Sí, algo en lo que sigo trabajando"

"Esther, sé que Nicolás no es santo de tu devoción" - le dijo Alex - "Pero agradecería que esto no se repitiera..."

"Eso depende de varios factores"

"¿Cómo cuales?"

"No sé... tal vez que el puerco se lo piense dos veces antes de fingir que soy su hija"

"¡Te has pasado toda la vida fingiendo que eres una niña!"

"¡Soy una mujer! ¡Capullo!"

"Cuanta hipocresía..."

El hostal les había provisto de dos habitaciones. Una de ellas con una cama y la otra con dos además de un pequeño baño.

Esther se encerró en la habitación compartida.

"Bueno, un problema menos, supongo"

"No entiendo a las mujeres..."

"Me pido la cama" - dijo Alex

"Nevsky, que he tenido un día horrible y me he jugado el cuello"

"Sí, pero yo al contrario que tu he tenido que explicar por qué mi amigo y compañero no le mete mano a su hija menor de edad"

"¿Tenías que decirlo de una forma tan brusca?"

"Sí, por supuesto, te dije que tenerla era mala idea"

"Ayudó a detener a ese Terror y aún no ha intentado matarnos"

"Aún, tu mismo has dicho aún"

"Buen punto, supongo..."

Mientras la discusión continuaba, Esther se encontraba delante de un espejo, quitándose el maquillaje para poder dormir.

"Ese... fracasado..."

Podrías haberle disparado a la cabeza...

"Podría coger esa dichosa pistola y reventarle la cabeza... ¿por qué no?"

"¿Quieres matarlos?"

"Si me dan muchos problemas... total, ¿qué gano yo con todo esto?"

"Sí... ¿qué ganas tu?"

"Únicamente algunos privilegios cuando esté muerta o algo así y alargar esta carrera hacia la perdición..."

"........"

"¿Privilegios estando muerta o el placer de matar a dos palurdos una vez..."

En ese momento Esther cayó en la cuenta.

Estaba tan absorta hablando y quejándose que no se percató de que estaba sola en la habitación. Se giró bruscamente y vio a una niña.

"Quien... ¿quién eres?"

"Me llamo Ashley..."

"Qué... ¿qué haces aquí? ¿cómo has entrado?"

"Él quiere conocerte..."

"¿Cómo dices?"

"¡Esther!"

El sonido de Nicolás golpeando la puerta le dio un ligero sobresalto. Cuando volvió a mirar la niña ya no se encontraba allí.

La mujer pelinegra se acercó a la puerta aún molesta.

"¿Qué quieres?"

"¿Vas a salir?"

"Piérdete, estúpido"

"Alex va a pedir comida, ¿quieres algo?"

"Paso, mi primer día de trabajo me ha quitado el hambre"

"¿Ves cómo puedes ser graciosa cuando quieres?"

"Gilipollas..." - murmuró con cierta rabia

"¡Te he oído!"

Cada vez tenía menos claro eso de dejarles vivos... aunque eso significara morir antes...

Detectives del MiedoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora