Entre padres y hermanos, no metas tus manos.
Anónimo¿Gemelos? ¿Por qué no se me había ocurrido antes? Definitivamente, tengo que dejar de ver House. Siempre termino haciendo deducciones extrañas sobre los comportamientos de los demás. Es frustrante.
Miro a mi nuevo y adorable dios.
—Entonces eres perfecto.
Mi deducción es lógica, y puede que él sea perfecto, pero mi lengua se ha vuelto completamente loca. Suelto una risita tonta. Sí, esa típica risita que hace que te avergüences de ti misma, pero que no puedes evitar soltar. Es la típica risa que te deja en evidencia.
—¿Qué? —me pregunta él sonriendo.
No lo voy a repetir. Él no sonríe de forma forzada y tonta. Él tiene una sonrisa de anuncio. Intento arreglar la situación, aunque sea de forma estúpida.
—Que esto es perfecto.
—¿El qué?
—Tener un hermano gemelo.
Él niega con la cabeza y su sonrisa desaparece. No quiero que deje de sonreír. ¿Por qué lo hace?
—No, no lo es. Sólo hace que me meta en problemas.
Quiero que vuelva a sonreír. Sé que es una locura, pero, cuando lo hace, yo también sonrío, quizá lo haga de forma estúpida, pero lo que importa es que lo hago. Lo miro con sorpresa cuando asimilo su respuesta.
—¿Soy un problema para ti? —pregunto haciéndome la ofendida, pestañeo y hago que mi labio interior sobresalga. Estoy haciendo un puchero, y me doy cuenta de que quizá es algo gracioso cuando lo hacemos mis amigas y yo, pero creo que no es una buena táctica para ligar.
Quizá tenga que comprarme un manual de cómo cortejar a un hombre. No me fío de mis reacciones espontáneas.
—Claro que no —niega con la cabeza y una sonrisa vuelve a iluminar su cara—. No hagas eso.
Creo que «eso» es mi intento de puchero, por lo que dejo de hacerlo. Puede que este sea el momento de dejar de comportarme de forma extraña, aunque ha merecido la pena hacer el ridículo. Él ha vuelto a sonreír.
—Sé que no está bien lo de hacer esto con mis labios, pero tú me descontrolas. Ya has visto mi pequeña evolución: primero he pasado por la fase torpe, después por la parte rarita y termino comportándome como una niña pequeña.
Decir todo esto en voz alta hace que me sienta de forma extraña. A Sin Nombre le parece divertido mi discurso, pero creo que autocalificarme de rarita no es algo bueno para mí. Me muerdo el labio.
—Seguro que has sacado una impresión un tanto extraña sobre mí —acabo diciéndole.
—Tú también has sacado una impresión mala de mí..., y sigues aquí.
—¡Bah! —muevo el brazo intentando quitarle importancia—. Sólo pensé que tenías desdoblamiento de personalidad, alzheimer o que eras un mentiroso compulsivo.
Un momento, el también cree que soy rarita. Y yo lo remato hablándole sobre las enfermedades que creía que tenía. Necesito ese manual para ya. Siento calor, mucho calor. Calor por la vergüenza que siento con mi propio comportamiento y más calor al comprender que, si quiero ese dichoso manual, es porque he decidido ligármelo. Y yo, Ochako Uraraka, nunca he ligado, pero deseo intentarlo con ese hombre, también conocido como Dios.
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Doble Tentación - Kacchako
Romance¿La virginidad crece? Es la pregunta que me hago desde que mi vida sexual se ha convertido en poco activa, bueno, más bien nula. Hasta ahora me conformaba con los sueños (¡Qué sueños!), eran tan reales que me despertaba besando mi ya conocida almoha...