Capítulo 13 - A por todas

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Prefiero una locura que me entusiasme
a una verdad que me aburra.
Christopher Wieland

Hundida, estoy completamente hundida.

Diez intentos. Diez arrastrados intentos de que Katsura me conteste el teléfono. ¿Qué diablos he hecho? Aparte de convertirme en Miss Obsesiva 2021.

Para una cosa buena que me pasa en la vida, voy y lo fastidio. Debería haberme quedado en la calle, roja y dolida, porque el cretino me había dejado mal, pero no. Yo debía vengarme, o al menos intentarlo.

¿Cómo vengarme? La teoría había sido fácil y estúpida. Ponerme a la altura del cretino. Había pasado de ser la estrecha mosquita muerta a convertirme en una leona en celo. Mi plan era sencillo. El león vendría a olisquear a la leona y, entonces, lo enjaularía. Pero supongo que esto no es la selva y existen los teléfonos. Teléfonos que, unidos a una lengua viperina, hacen que metas la pata hasta el fondo. Resoplo por quinta vez consecutiva. Llevo toda la tarde buscando en Google la dirección de Katsura. Un objetivo algo difícil de lograr, teniendo en cuenta que no sé de qué trabaja.

¿Psicólogo Bakugo? Me siento invadida por la decepción. Si es un psicólogo, me tratará como a una paciente. ¡Dios! Hará una tesis conmigo. Adiós a mi historia de amores de novela. Puedo imaginar cómo será su informe: «Mujer de veintitantos años de edad con un desequilibrio mental considerable. Encuentra enfermedades donde no las hay. Cree que todos son asesinos o acosadores. Tendencia a creer que su vida forma parte de una o varias series de ciencia ficción».

Definitivamente, me pondrán una camisa de fuerza y me sedarán de por vida. Estaré encerrada..., sin haber tenido sexo del bueno. ¿He de pagar ahora que aún estoy a tiempo? ¿Algún enfermero querrá acostarse conmigo? ¿Algún enfermo mental? ¡Dios! ¡Dios! Dios, ayúdame. Terminaré teniendo sexo mental, no físico, con mis compañeros de manicomio. No, todavía peor, no tendré sexo nunca más en la vida. Y hablaré sobre mi virginidad y su forma de extenderse.

Estoy tan concentrada que creo que me duele la entrepierna. Levanto la cabeza para mirar al cielo. ¡Sí! Todavía miro al cielo cuando pienso en Dios. Entonces, de golpe, me encuentro con un Bakugo.

Entrecierro los ojos. Vamos, Ochako, por tu cordura, ¿qué hermano es? ¡Ja! Sólo Katsuki puede caminar con esa prepotencia. Te tengo, cretino, te tengo. Esta vez me vas a oír.

Cruzo la calle y lo sigo. Acaba de entrar a una cafetería, una de esas modernas con sofás. ¿Buscas diversión, Blasty? Dejo que pasen un par de minutos y entro. Soy una acosadora, lo sé, pero con clase. Tengo mis técnicas.

Busco con la mirada a Don Cretino. Voilà, sentado en un sofá con una mujer a cada lado. No hace falta ser detective para ver que, por su falda con complejo de cinturón y sus operaciones varias, ambas buscan restregarse con él.

Me aclaro la garganta antes de hablar. No es que lo necesite, pero creo que es un gesto interesante.

—Hola, Katsuki —digo con una sonrisa falsa en mi cara—. ¿Podemos hablar un momento, por favor?

Puedo ver la confusión en sus ojos, pero es rápido y enseguida su cara se muestra relajada. Sonríe, le dice algo a las dos lapas y se levanta con elegancia. Va hasta la barra y yo le sigo, no sé por qué, pero me siento importante por unos momentos. La mujer normalita tiene la atención del gigoló... Y sin pagar.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora