Capítulo 20 - Tiempo juntos (Especial 1/3)

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Cuando mi voz calle con la muerte,
Mi corazón te seguirá hablando.
Rabindranath Tagore

¿Alguna vez has amado tanto a alguien que sólo tienes ganas de sonreír? ¿Alguna vez has llorado de emoción después de hacer el amor? ¿Alguna vez has sentido que al estar con esa persona todo lo demás sobra?

Antes de conocer a Katsura no creía en el amor. Creía en la pasión, en el cariño y el respeto. Cuando lo conocí, supe que era el hombre de mi vida, pero nunca imaginé que yo podría ser la mujer de la suya.

Las dudas me atacaron, pensé que alguien como él nunca se fijaría en alguien como yo. El roza la perfección, pero lo mejor es que juntos la tomamos. Sé que suena al discurso cursi, pero es lo que siento.

En este momento, Katsura está acostado a mi lado y me está nombrando en sus sueños. ¿Hay algo más mágico que esto?

Un año ha pasado desde el día que conocí a Katsura Bakugo. Trescientos sesenta y cinco días en los que no ha faltado una sonrisa en mi boca. En los que cada día he comprendido el significado del amor.

Desde que estoy con Katsura, veo el mundo de forma distinta. Mentiría si digo que no continúo analizando todo de forma extraña, que más de una vez mi querida imaginación me ha jugado una mala broma. Intento controlarme, he madurado.

Estoy cerca de acabar la carrera. Estoy inmersa en mi cuarto curso de mi doble grado. Sí, yo y mi indecisión no supimos escoger. ¿Para qué? Esta fabulosa universidad tiene la opción de doble grado. ¿Para qué sumergirte en una sola carrera si puedo hacer dos? ¡Dios! Se me está haciendo eterno, y en la segunda parte del curso tendré que hacer prácticas. ¿Cómo le sentaría a Katsura que le pidiese trabajar en su empresa? Quizá no sería apropiado mezclar el amor y el trabajo, pero trabaja en una de las mejores empresas de comunicación escrita.

Debo pensar en ello. Katsura es especial en todo lo que hace.

Todavía recuerdo el día que celebramos nuestro primer mes juntos.

¿Nerviosa? ¿Yo? ¡Qué va! Todavía estoy muy afectada por la locura transitoria que sufrí ese día. Tenía tantas ganas de comportarme como las protagonistas de las películas románticas que preparé una tarde de precita a lo grande.

Llené la bañera y me sumergí en ella durante horas y horas. Pedicura, manicura, mascarilla y, como no, una depilación integral. Gracias a Dios, conseguí que aquella mujer no me dibujase mariposas en las uñas de los pies. Todo un éxito, sin duda.

Pagué un dineral para que un estilista me peinase y me maquillase. La cosa está en que yo noto mucho el maquillaje, vale que pedí un maquillaje tipo natural, pero estuve más de una hora acostada en una camilla. Y, después, cuando por fin me levanté medio adormilada, no noté prácticamente nada.

Mi cabello estaba un poco ondulado y llevaba un vestido caro. Sí, me gasté medio sueldo en arreglarme y el resto en un regalo para Katsura. Ese mes sobreviví a base de patatas y huevos fritos, pero fui feliz.

Quería gritarle al mundo entero que estoy enamorada, que el amor existe y que es maravilloso. Que no perdieran la fe, pues, en el momento en que menos se lo esperan, llegaría.

El timbre de la puerta sonó y mi estómago pareció lanzarse deliberadamente por una montaña rusa. Corrí hacia la puerta mientras mis tacones golpean el suelo. Yo y zapatos de tacón somos una combinación peligrosísima, pero estaba más que dispuesta a arriesgarme por esta maravillosa cita. Era mi primer mes de relación.

Abrí la puerta y un gran ramo de rosas me esperaba. Intenté apartarlo. Necesitaba con urgencia besar a Katsura, estaba desesperada. Sin embargo, cuando aparté aquel fabuloso ramo de rosas color rojo pasión con mis labios preparados para atacar, me di cuenta de que quien traía el ramo no era él.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora