Tú nunca estás solo,
siempre te va a acompañar la soledad.
AnónimoMe escuecen los ojos. Creo que no me quedan más lágrimas, pero las ganas de llorar ahí siguen.
No sé nada de Katsuki. Y lo más sensato es no llamarlo más. Sé que tengo que dejarlo ir, pero me duele soltar las riendas. Nunca imaginé que Katsuki tendría corazón. Pensé que tenía un músculo que le bombeaba en el pecho; es más que obvio, sino no se le pondría el pene tan erecto; sin embargo, nunca pensé que sería capaz de querer a alguien y, mucho menos, que ese alguien fuera yo.
Me duele el pecho. Sé que el corazón no puede doler, pero la sensación de vacío me está rompiendo el alma.
Katsura me escribe y yo contesto. Intento que no note que estoy muerta por dentro. Sé que será difícil, pero he decidido que no quiero dejarlo escapar. He meditado si contárselo o no. incluso he escrito una carta para pedirle mil veces perdón, pero no sé si podré entregársela. Él no se lo espera, sé que esto le haría mucho daño y no quiero hacérselo.
Quizá esa frase que tantas veces he odiado es la apropiada: ojos que no ven, corazón que no siente.
Ya es suficiente con que mi corazón esté marcado de por vida. Quiero a Katsura y evitaré hacerle daño. Sí, lo sé, soy una zorra sin escrúpulos, o eso aparento ser, pero nunca fue mi intención hacerle daño.
El teléfono suena y doy un respingo en el sofá. Estiro la mano y lo tomo, pero no descuelgo. No sé quién es, no reconozco el número. ¿Y si es Katsuki? ¿Qué le voy a decir? Le echo de menos, estos días a su lado han sido maravillosos. Añoro ver series con él, jugar al billar, verlo, sonreír, ser yo.
Respiro hondo y descuelgo.
—¿Diga? —digo con la voz rota.
—¿Se puede saber dónde te metes, jovencita? —me regaña Mid—. Llevo días llamándote al celular, menos mal que he encontrado este número también.
Recuerdo el momento en el que mi celular hizo una inmersión en mi pecera. Por cierto, ¿mi pez sigue vivo? Después lo comprobaré.
—Perdí el teléfono —miento de nuevo, últimamente lo hago mucho, pero no tengo ganas de explicar por qué mi celular terminó dentro de la pecera—. Fui a tu cafetería y la vi cerrada. ¿Qué pasa, Mid?
Tampoco le cuento que eso me creó un trauma. Y pensar que, por unos minutos, pensé que era peluquera como mi mamá. ¡Mi madre no vive en este distrito! ¿En qué estaba pensando?
—Por eso te llamaba. Mi madre ha sufrido un infarto, ha sido algo inesperado. Mi padre no se vale por sí mismo y debemos encargarnos de él. Decidimos traspasar la cafetería, no tenía otra opción. He hablado con la mujer de la frutería, quizá ella pueda contratarte.
En este preciso momento, no pienso en si necesito trabajar o no. Siento mucho lo que les está pasando a los padres de Mid, pero mis problemas me tienen absorta. Me doy una bofetada mental y reacciono. Tengo que hablar, es lo que la gente hace cuando alguien le cuenta algo.
—Lo siento, lo primero es la familia. Espero que tu madre se recupere, no te preocupes por mí.
Como estoy sensible, estoy llorando y se nota en mi voz. Me sorbo la nariz, espero que Mid y su reciente adquirida sordera no aprecien mi estado.
—¿Estás llorando? Mi madre se pondrá bien, no te preocupes, chiquilla.
—Tranquila, estoy algo sensible. Ya sabes, el periodo.
Odio utilizar esa arma machista, pero me ha salido solo. No quiero dar explicaciones de mi tristeza. Tomo otro pañuelo, me sueno la nariz y dejo de llorar. Cuando cuelgue, ya tendré tiempo para hundirme en mi miseria. Debo recuperarme, quedan sólo cinco días para que vuelva Katsura.
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Doble Tentación - Kacchako
Romance¿La virginidad crece? Es la pregunta que me hago desde que mi vida sexual se ha convertido en poco activa, bueno, más bien nula. Hasta ahora me conformaba con los sueños (¡Qué sueños!), eran tan reales que me despertaba besando mi ya conocida almoha...