Capítulo 19 - Fenómenos Paranormales

182 25 4
                                    

En estos momentos, mi alma es tan débil
como un corazón de cristal
en el centro de un volcán en erupcion.
Anónimo

He llegado al trabajo después de un largo paseo. He descubierto por qué los enamorados no dejan de sonreír. Todo es tan maravilloso cuando piensas en tu amor... No te molesta que te empujen o te pisen desconocidos. No te importa que haga frío en la calle, pues ya estás ardiendo por ti sola.

He salido airosa de un ataque de Katsuki. He mirado embobada a mi novio. Sí, ciudadanos del mundo, les informo que tengo novio. Estoy feliz y me da igual oler a hombre y estar despeinada. Entro en el trabajo y mi cara debe de ser de «bien follada», porque Mid me sonríe de un modo extraño.

—¿Por qué caminas tan raro?

Siento que me pongo pálida. Estoy falta de reflejos, debería estar soltando algo ingenioso, pero nada. ¿Por qué? Quizá he segregado demasiadas babas. ¿Caminar mal? Yo creía que había solventado mi pequeño gran problema de muslos separados estilo cowboy.

—Parece que vas pisando huevos.

Bien, quizá estaba caminando como supuestamente lo hace la gente feliz en los anuncios de televisión. Intento evitar contestar. El sexo ha hecho que deje de tener reflejos ante los ataques verbales.

—Lamento llegar tarde —digo intentando parecer apenada, cosa difícil, pues mi cara no puede hacer muecas después de enterarse de que somos multiorgásmicas.

—Cariño, llegas una hora antes.

¡Mierda! Hoy entro una hora más tarde. ¿Cómo no me he dado cuenta? Podría haberme comido varias tostadas y esos deliciosos waffles que Katsura ha ido a comprar. Me odio a mí misma y a mi falta de memoria.

Pero una idea luminosa nace en mi mente.

—Llego antes porque quiero salir una hora antes.

—Entonces, ¿por qué te disculpas por llegar tarde? —me pregunta haciendo que mi felicidad disminuya. Es imposible hablar con esta mujer.

Mi día está siendo un poco diferente, por llamarlo de alguna forma: piernas que no se cierran, hielos que no enfrían, cremas que desprenden olor, cuñados demasiado dispuestos, novio tímido y jefa tocacojones.

Definitivamente, voy para santa.

***

Después de siete horas intensas de trabajo, llega la hora de salir. Estoy algo cansada de comentarios sobre mi nuevo perfume y mis cabellos de leona.

Cuando llego a casa, me meto en la ducha e intento lavarme con maña. Quiero que ese olor se desprenda de mi cuerpo. Me aliso el cabello, quiero estar perfecta. Nada puede hacer que mi noche se tuerza.

Tengo serios problemas de concentración. Pienso en la noche anterior y sólo quiero meterme en la cama con Katsura de nuevo. Vale, que sólo tenemos que hacer el amor, que será romántico y maravilloso, pero lo necesito ya.

Llaman al timbre y corro de forma descoordinada.

«No sudes, Ochako, no sudes», me digo a mí misma.

Antes de abrir la puerta, me miro en el espejo del recibidor. Tengo el cabello bien, huelo mis axilas. ¡Todo está perfecto!

Al abrir las puertas, un gran ramo de flores me espera a manos del que supongo es Katsura. Mis piernas tiemblan. Quiero tomar el ramo de flores y repartirlo por la cama.

—Buenas noches —dice la voz de mi novio tras las flores.

Su cabeza asoma y puedo ver sus ojos brillando de amor. Siento que el temblor de mis piernas aumenta. Eso parece más un terremoto que otra cosa. Su boca se abre y con eso la mía. Su lengua invade mi boca. El beso hace que todo mi ser esté aún más ansioso.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora