Primero que nada, guarden las armas, no me hagan daño ;-; tengo explicación.
Segundo, lamento demasiado haber desaparecido por tantos meses, sucedieron muchas cosas en este tiempo. Para no hacerla larga, me comprometí 💍👰🏻 con mi novio con quien tengo casi 5 años saliendo y todo este tiempo hemos estado planeando la boda y eso me ha comido mucho tiempo.
También ambos renunciamos a nuestros trabajos y regresamos a nuestra ciudad natal donde será la boda (para dar un poco de contexto, ambos somos de Sinaloa, México, y desde hace un tiempo habíamos ido a Baja California por trabajo relacionado a nuestras carreras ya que él ya es egresado y yo seguía estudiando en línea).
Y fue todo eso del compromiso, la mudanza, buscar nuevo trabajo aquí, la organización de la boda. Plis no se enojen si no puedo actualizar tan seguido en estas fechas, haré todo lo posible por traerles nuevos y buenos capítulos. Las tkm 💖◾▪️◾▪️◾
El adulterio es justificable:
el alma necesita pocas cosas;
el cuerpo, muchas.
George HerbertZorra. Con todas las letras. Para ser exactos, cinco letras que, unidas, me definen. No tengo otra palabra para describirme. Soy una rastrera de mucho cuidado. Me odio a mí misma, me doy asco. ¿Cómo he podido hacerle eso a Katsura? Por Dios, ¿en qué diablos estaba pensando? O mejor dicho, ¿con qué? Con mi sexo, no hay de otra. Desconecté mi cerebro durante dos largas y húmedas horas.
—Si no cambias esa cara, notará que te pasa algo.
Y aquí está hablando mi peor pesadilla: Katsuki Bakugo. Lo odio, lo odio con todo mi ser. Por ser tan tentador, por ser tan orgulloso. Nadie podía decirle que no. Hasta el punto de que tenía que conseguir a su cuñada, o sea yo. ¡Joder! Que esto que acabamos de hacer es algo que roza el incesto. ¡No! Es muchísimo peor.
Esto es una putada. Yo, Ochako Uraraka, he sido infiel al hombre más maravilloso del mundo.
—Ya veo que a ti no te pesa la conciencia —le digo con tono amenazador.
Maldito cretino.
—Ángel, no te pongas así, ninguna mujer se me resiste. Y tú no ibas a ser la excepción.
Dejo que mi mano vuele con fuerza y se estampe en su cara. Lo odio, odio que esa chulería que me saca de quicio me hiciera delirar de placer hace apenas una hora. Lo odio.
Él no parece molesto por mi golpe. Es más, el maldito miserable está sonriendo. ¿Acaso algo le molesta? Necesito saber qué es y atacarlo. Quiero machacarlo una y otra vez, a él y a mí.
—Cariño, si te gustaba el sado, tendrías que habérmelo dicho, habría hecho que tu trasero se quedase rojo. Si te apetece, ya sabes.
—¡Nunca! —grito como una histérica—. ¿Me oyes bien? Nunca me vas a poner ni un solo dedo encima.
¿Sado? ¿Yo? ¡No, por Dios! Sacudo mi cabeza y lo miro. Katsuki pone su expresión característica, esa en la que alza la ceja y la comisura de su labio a la vez. Esa que hace que quieras partírsela, esa que hace que tus bragas quieran bajarse y marcharse para que no las mojes más.
—Tranquila, fiera. Si sigues así, vas a hacer que tus hormonas huelan. Y no queremos eso, ¿verdad?
Bajo del coche y cierro la puerta con todas mis fuerzas. ¡Que se joda! Camino hacia la casa con los ojos cerrados. ¿Por qué diablos estoy aquí? Podría haber dicho que me encuentro mal, me podría haber roto una mano en el gimnasio, quizá, incluso podría haberme cortado las venas. La cosa es que sé que no tengo que estar aquí.
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Doble Tentación - Kacchako
Romance¿La virginidad crece? Es la pregunta que me hago desde que mi vida sexual se ha convertido en poco activa, bueno, más bien nula. Hasta ahora me conformaba con los sueños (¡Qué sueños!), eran tan reales que me despertaba besando mi ya conocida almoha...