Capítulo 34 - Consecuencias

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En la vida no hay premios ni castigos,
sólo consecuencias.
Robert Green Ingersol

Me lo merezco, lo sé, pero eso no quita que duela.

Me he arrastrado de rodillas, he llorado y he gritado, pero eso no me ha devuelto a Katsura. Él no quiere saber absolutamente nada de mí.

Le he fallado, dice que no me reconoce. Y no lo culpo. Ni yo misma puedo hacerlo. Katsura ha sido maravilloso conmigo, no tengo ninguna palabra mala para él. Yo, en cambio, he sido una bruja.

Lo que no puedo entender es cómo sacó las fuerzas de flaqueza para follarme. Que es lo que hizo la última vez que nos vimos. Llegó, hizo como si no pasara nada y me folló. Me folló como a una cualquiera, aquellas fueron sus palabras. Y así me demostró lo que he perdido.

Bueno, en realidad, yo no puedo juzgarlo. También fui a cenar con él y sus padres después de acostarme con su hermano. ¡Pero yo me sentía horrible! Me imagino que él también lo estaría pasando mal, ¿verdad?

¿Por qué me ha pasado esto a mí? He sido débil y mi corazón se ha enamorado de dos personas. ¿Cómo he podido dejar que esto sucediera? Debería haber parado todo esto desde el inicio, quizá así ahora mismo no estaría donde estoy.

Me pica todo el cuerpo y dejo que mis uñas me rasquen sin piedad. Estoy perdida en el mundo. No sé qué hacer con mi vida. Quiero que Katsura me escuche, que me deje explicarle, pero, ¡diablos!, ¿qué rayos le voy a decir? ¿Qué sabe él?

Siento dolor por mí, pero también por él. ¿Qué le han dicho...? ¿Y quién?

No puedo dejar de preguntarme qué pensó cuando se lo contaron. ¿Los creyó enseguida?

Repaso minuto a minuto nuestro encuentro. Y todos esos recuerdos me martirizan. ¿Cómo aprendió a practicar sexo rudo? ¿Fue fruto de la rabia? Siento vergüenza de mí misma, de pensar cómo disfruté de aquel acto, cómo dejé que mis hormonas me nublaran de nuevo. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo pude pensar que Katsura había cambiado de la noche a la mañana? ¡Maldita obsesión por el sexo! Mira dónde me ha llevado.

Soy necia.

Tengo unas ojeras de escándalo. No reúno fuerzas ni para mirarme en el espejo, mi reflejo sólo hace que me asquee.

Siento que mi estómago está en guerra conmigo, corro hasta el baño y dejo que lo poco que he comido salga de mi cuerpo. Nada ni nadie puede consolarme. Me quedo sentada en el suelo del baño y me limpio la barbilla con el dorso de la mano.

Siento el sabor ácido en la boca, pero no me molestaré en beber agua. Las náuseas no van a menguar por ello.

La vida me está castigando, lo sé y no debo quejarme por ello. He jugado sucio. ¿Cómo me habría sentado a mí que me engañaran? ¿Hay algo más horrible? ¿Qué habría hecho yo si estuviera en la situación de Katsura? No sé si podría perdonar, quizá el perdón se puede otorgar, pero nunca el olvido. Y pensar eso hace que mi estado de ánimo esté encerrado. No tengo esperanzas.

Mi teléfono suena de nuevo, es Katsuki. No puedo recordar la cantidad de veces que me ha llamado, pero no quiero hablar con él. Todo ha sido por su culpa; su simple existencia debería ser un pecado. He caído en él, una y otra vez. ¡Le quiero! Sí, pero ahora no merezco amar a nadie. No puedo estar con él. No, he decidido dejar de ser egoísta.

Siempre he sabido que sin Katsura no podría vivir y, a pesar de eso, lo engañé. Una y otra vez, una y otra vez. No puedo creer lo que he hecho. El teléfono deja de sonar, continúo tirada en el suelo del baño y creo que me quedaré aquí el resto del día. Suena fatalista, lo sé, pero no sé qué hacer. No tengo ganas de hacer nada, pero tampoco tengo ganas de estar quieta.

Y el teléfono vuelve a sonar. ¿Por qué no deja de llamarme? No quiero hablar con nadie. El mundo ha dejado de existir para mí.

Una alarma suena en mi interior. ¿Y si le ha pasado algo malo a Katsura? Quizá haya tenido un accidente o cualquier cosa. Descuelgo el teléfono y me lo llevo torpemente al oído.

Me cuesta contenerme para no hacer mil preguntas con tono desesperado. Controlo mi respiración lo más que puedo. Las náuseas vuelven, pero ahora no tengo tiempo para ellas. Trago saliva y apoyo mi espalda contra la pared. No pienso vomitar, no ahora.

—¿Ochako? —en mi oído resuena la voz desesperada de Katsuki.

—Dime —contesto, y me sorprende el sonido de mi voz.

¡Dios! Parece que estoy hablando desde la ultratumba. No quiero darle pena a nadie, y mucho menos a Katsuki. Me aclaro la garganta, ahora me arrepiento de no haberme tomado ese dichoso vaso de agua.

—¿Estás bien? —pregunta, y odio notar la desesperación es su voz.

¿Cómo quiere que esté? ¿Haciéndome la manicura? Me tomo la temperatura con la palma de mi mano, no tengo fiebre. Me duele la cabeza, lleno mis pulmones de aire y hablo calmadamente. No quiero que mi voz suene temblorosa.

—¿Qué quieres, Katsuki? —le pregunto fastidiada.

Fin
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Por ahora....

Dos capítulos seguidos muy dolorosos para una despedida corta.

Para quienes saben (y para quienes no) me casaré pronto ✨ Este sábado, para ser exacta, y por ende no podré subir capítulos estos días. Incluso tardé en subir estos últimos por los preparativos, pero no quiero darles una historia escrita en el último momento.
A

sí que esta será una pequeña despedida hasta que pase mi boda.

Lo que sigue de la historia es un desenlace de los acontecimientos que han pasado así que es hora de hacer teorías y que me diga qué es lo que creen que pasará, todo puede ser posible.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora