Capítulo 42 - Regalo

126 18 20
                                    

Te has dado cuenta ya de que esto de amar es
más complicado que dar regalos y besos.
Tarjetitas, de Juan Fernando Velasco

Soplan las velas con los ojos cerrados y sus expresiones están llenas de deseos no contados. Me pregunto si algún día seré capaz de ser lo bastante fuerte como para explicarles la verdad.

Ayudo a Katsuo, que no consigue apagar su parte de las velas, y sonrío, aunque siento un nudo en el estómago.

—Te ha ayudado mamá —le dice con sorna Katsuko.

—A ti te ayudó la otra vez —le responde él con el mismo tono.

Paso las manos por sus sedosos cabellos y aparto el pastel para poder cortarlo.

Katsura está sentado en el sofá, con el teléfono en la mano. Quizá le esté mandando mensajitos a su novia. ¿Cuánto tiempo llevarán? ¿Qué habrá pensado de mi aparición estelar? Una parte de mí quiere que esté molesta. Imagino que la parte bruja, otra parte de mí, siente celos de ella; otra parte está feliz, porque él consiguió rehacer su vida.

Miro a Katsuki. Está relativamente cerca de mí. No sé nada de su vida. No sé si tiene pareja, si tiene trabajo... Absolutamente nada. Lo veo cambiado. Con el cabello más largo, su rostro parece más agresivo. Pero tiene la mirada perdida. No siento esa superioridad digna de él. ¿Habrá cambiado? ¿Seguirá siendo un rompebragas?

Tengo curiosidad, y eso hace que sienta un extraño hormigueo. ¿Estoy caliente? Debe de ser una broma. Es decir, mi imaginación no puede hacerme pasar por eso. Él no ha hecho nada, simplemente soy yo, pensando si él sigue siendo el mismo rompebragas de siempre. Y sí, ¡joder!, quiero averiguarlo. Necesito comportarme como él. Bueno, yo no soy ninguna diosa del sexo, pero quiero saber si él sigue siendo el mismo.

Estoy loca, lo sé.

Me acerco a él y le ofrezco un trozo de pastel. Intento mantener la espalda erguida y que mis pechos estén a la vista. Él no parece notar mi postura incómoda. Sonrío, no completamente (eso sería extraño); utilizo una sonrisa ligera, simplemente alzando la comisura de mi lado derecho.

No noto nada especial en él. No sonríe de vuelta. Bueno, ya sabía que no soy una experta en seducción.

Katsuki toma el plato y lo coloca frente a él. Toma asiento y yo desisto de ser Miss Conquistas; total, era una completa estupidez. No puedo dejarme llevar por mis impulsos. No es bueno para mi salud.

Al colocar el siguiente trozo de pastel en el plato, me mancho mi dedo índice. Busco las servilletas, están en la otra punta de la mesa. Me inclino para alcanzarlas y sin querer rozo la mano de Katsuki.

Siento algo y por su reacción creo que él también. Lo miro, pero él rehúye mi mirada. ¿Qué tenemos aquí?

—Lo siento —balbuceo, pero es pura mentira. No lo siento. He disfrutado de un pellizco de superioridad.

Voy a la cocina por más platos, no quiero que piense que lo estoy acosando, pero es divertido. Es más, así no pienso en todo lo que me va a caer encima. Cuando vuelvo, sirvo el resto del pastel. Algunos se lo comen en el sofá; otros (la mayoría niños) en la mesa grande. Katsura sigue con el teléfono en la mano. Miro a Katsuki, quien parece mirar fijamente a Katsuko.

—Son buenos niños —digo tomándolo por sorpresa. Él da un respingo.

Me ha costado empezar a hablar. He ido y venido en un par de ocasiones; parecía estar meciéndome en medio del comedor, pero al fin lo he hecho. Y me siento orgullosa de ello.

Él asiente.

—Tienes una mancha en tu labio —le digo, y aprovecho para tocarme el mío, justo donde está su mancha.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora