Capítulo 10 - Resaca Intrigante

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¿Para qué empeñarse en disimular,
si sabes que el bar ahí siempre va a estar,
para verte bien, para verte mal, para verte doble?
¿Para qué soñar con ser algo más,
si mañana no me voy a acordar del dulce sabor
de nuestro sudor, ni tú, de mi nombre?
De bar en peor, de Melendi

El agua es densa y yo estoy encima de ella. Me engulle, me siento pesada. Mis brazos tardan en reaccionar, intento moverme, pero la velocidad de mi cuerpo es mínima. Mi estómago parece estar en el infierno. Arde y tengo lava que sube y baja por él.

Necesito salir del agua. Podría ahogarme. Intento ponerme en pie, pero no consigo tocar el fondo. Noto que caigo en picado. No puedo parar. Grito, o eso creo, y la lava sale por mi boca. Al caer, mi cuerpo rebota contra el colchón. ¿Hay colchones debajo del agua?

Entreabro mis ojos. La luz me ciega por completo. Oigo un murmullo, un murmullo que me resulta familiar. ¿La alarma de mi móvil? Abro los ojos, no sin gran esfuerzo. Las pestañas me pesan demasiado. Miro el techo y veo un ventilador. Ese techo no me es familiar. Mi mano se mueve por lo que parece una mesita de noche, en busca de mi teléfono.

Bien, analicemos. Esta no es mi habitación, esta no es mi cama. ¿Yo, sigo siendo yo? Me incorporo de forma brusca. Miro mi cuerpo, continúa siendo el mismo cuerpo regordete con pies feos, bien. Y todavía tengo, o eso parece, todos mis órganos.

Respiro profundamente y me dejo caer en el cómodo colchón. Me relamo los labios, están secos y parecen hinchados. ¡Un momento! Sigo sin estar en mi cama. Respiro de nuevo. Estoy despierta, por lo menos no estoy muerta. Continúo en mi cuerpo, pero no en mi cama. ¿Estoy sola?

Oigo un sonido, un sonido que parece una respiración. Los muertos debajo de la cama no respiran, por lo que descarto el momento Sexto sentido. Me muerdo el labio antes de girar lentamente la cabeza.

¡Joder! Aquí, tumbado a mi lado, hay uno de los dioses griegos. Y si digo griego, es porque su cuerpo escultural está tapado únicamente por un trozo de sábana. Después de reconocer su cuerpo, paso al mío. Estoy en ropa interior. ¿Me la he llegado a quitar? ¿Quién es él? ¿Por qué no compré las malditas pulseritas identificativas?

Me duele la cabeza. Intento recordar la noche anterior, pero sólo me topo con oscuridad. No volveré a beber en la vida. Quizá me había acostado con aquella perfección andante y no me acordaba de nada. ¿Se podía ser más desgraciada.? ¿Qué iba a hacer?

«Hola, ¿me puedes contar qué hicimos anoche? No te cortes con los detalles, gracias».

¿Quién de los dos es? Miro a los lados y después dejo que mi mano levante la sábana con delicadeza. Lleva bóxers. Bien, eso no aclara nada. Tengo ganas de despertarlo y hacerle un test. Es sencillo, sólo tiene que decir sí o no.

¿Lo hemos hecho? ¿He gritado? ¿Estoy embarazada? ¿Quieres casarte conmigo?

Ah, y al final del cuestionario: por favor, indique su nombre. Gracias.

Definitivamente, no puedo preguntar nada de eso. Tengo que investigar. Mi mano va directa a mi sexo. No me duele, pero no sé por qué debería hacerlo. Estoy segura de que mi cuerpo no se resistió a semejante hombre. Estoy mojada, pero eso no significa nada. ¿Quién no está mojada cuando se despierta con un dios a su lado?

Miro en el suelo y no encuentro ningún envoltorio de preservativo. Mi móvil suena de nuevo. ¿Este hombre está sordo? El teléfono está cerca de su cabeza. Una de las dos, o está muy cansado por la gran noche que nos dimos, o simplemente se está haciendo el dormido para no ver mi cara.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora