Capítulo 46 - Cretino

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No hay un cretino que no haya soñado ser un gran hombre,
ni un burro que, al contemplarse en el arroyo junto al que pasaba,
no se mirara con placer, encontrándose aires de caballo.
Gustave Flaubert

Intento deshacerme de mi furia antes de tomar el teléfono. Es un poco injusto que yo no sepa dónde vive Katsuki. Él sí sabe dónde vivo yo.

Estiro mi cuello antes de llamar.

Marco el número y espero a que conteste.

—Vaya, pero si es la ladrona de chicles.

No puedo evitar reírme, acaba de desarmar completamente mi posición seria.

—Quiero quedar contigo —le digo claramente. Adiós, rodeos, adiós.

Escucho su risa fresca al otro lado y siento un escalofrío placentero, pero no debo dejarme llevar por tales sensaciones. Ahora mismo no sé quién es el enemigo. No sé si él está con su hermano o si lo que busca es seducirme de nuevo y después dejarme tirada. No sé si intenta quitarme a los niños también. No sé qué rayos quieren. Debo centrarme en hacer esas pruebas; después ya buscaré una solución a todo.

—Vaya, Cara de ángel, no te recordaba tan desesperada. Bueno... —deja la frase en el aire y yo me caliento, ya no sé si por el Cara de ángel, por los recuerdos o por él.

Golpeo el pie contra el suelo. Estoy nerviosa.

—Es broma, quedemos en un sitio público, no quiero que me violes.

Katsuki está en su versión cómica. Yo sé contenerme. ¿En verdad sé? Bueno, la cuestión es que me da igual quedar en un sitio público o no, conseguiré mi muestra y las enviaré al laboratorio.

***

No había otra cafetería o lugar donde Katsuki pudiera quedar, algo más cercano, no. El señorito quería quedar en Le Pain Quotidien. Hasta el nombre de la cafetería suena erótico... Bueno, la verdad es que cualquier cosa que diga Katsuki me suena así.

Enferma, estoy enferma.

Concentración. La dirección es 3-3-1, Shibakoen, Minato 105-8560. Bien, ya la he memorizado. Ahora tengo que saber en qué estación del metro tengo que bajar. ¿Le Pain Quotidien? Al lado de la cafetería donde yo trabajaba debe de ser la creme de la creme. Busco en mi teléfono. Google y la opción «cómo llegar» son maravillosos.

Me tengo que bajar en la estación Onarimon; después, según calcula este aparato, tengo que caminar un par de cuadras para llegar.

No está nada mal.

Bien, bajo del metro y ahora es cuando viene el gran problema: orientarme. Porque todo lo teórico está muy bien, pero lo práctico...; no puede ser tan difícil. Camino, intentando permanecer concentrada. Cuando llego al cruce ya puedo distinguir la cafetería. Empiezo a arrepentirme de haber escogido botas con tacón.

Por fin llego. Tengo que decir que el sitio desde fuera me llama la atención. Su fachada de madera... Además, con lo hambrienta que estoy... Todos esos panes deben de estar buenísimos.

Entro en la cafetería y observo que la decoración está cuidada al milímetro. El olor dulzón atormenta a mi hambriento estómago. Me relamo pensando qué comer y entonces veo a Katsuki. Mis tripas guardan silencio y el hambre desaparece. Adiós, hambre. Hola, deseo.

Katsuki está sentado en la mesa. Hay una chica pelirroja, muy linda, frente a él. Ambos sonríen y parecen tener complicidad. Bien, Ochako, no hay más. Esto es el infierno que te has buscado.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora