Capítulo 31 - Amor, no sexo

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El amor es como los fantasmas,
todo el mundo habla de él
pero pocos lo han visto.
Anónimo

Amor, no sexo.

¿Qué le digo?

Cuando pienso en el amor, en mi mente aparece la imagen de Katsura, pero siento la extraña responsabilidad de amar a Katsuki, aunque sólo sea una vez. Sé que está mal, sé que lo más coherente seria pedirle que se vaya, pero no puedo.

Noto que las lágrimas caen por mi cara, como mi cuerpo se contrae, como todo mi ser necesita consolarlo.

Sus ojos me están mirando, implorando una oportunidad, pero siento que este acto es cruel. Katsura no se merece esto. ¿Qué diablos puedo decir?

—Sólo será una despedida —dice Katsuki. Y sé que lo está diciendo para los dos, que se está autoconvenciendo de sus palabras, que le está resultando duro. Y, por un momento, creo en él.

Lo miro y sé que no está jugándomela de nuevo. Él nunca ha hecho el amor, tal y como yo nunca había tenido sexo. Quizá esté escrito en el destino que los dos nos enseñemos el arte de la cama. Los dos lados de la misma moneda.

Quizá nunca estaremos juntos, pero tenemos la obligación de enseñarnos el mundo. Ver lo que ambos nos estamos perdiendo y, después, cuando ambos tengamos toda la información, podremos decidir qué es lo que necesitamos para seguir con nuestras vidas.

Sus labios están bebiéndose mis lágrimas, cierro los ojos mientras lleno mis pulmones de aire.

Lo voy a hacer. Sólo será una noche, una despedida, y después los dos nos separaremos para siempre. Tendremos que poner distancia para poder superar esto. Lo haremos y encontraremos la felicidad.

Miro a Katsuki a los ojos, todavía tengo lágrimas saliendo de los míos, pero sonrío. Él se humedece los labios y me abraza, pegándome a su pecho. Me besa en la frente. Poco a poco, sus labios van abriéndose paso por mi cara hasta llegar a mi boca.

Puedo saborear nuestras lágrimas saladas. Paso mis pulgares por sus pómulos, no quiero que llore, me duele. Duele tanto que me cuesta respirar.

—No llores, por favor —le ruego sintiéndome un monstruo.

—Yo nunca antes he amado a alguien, y creo... —me dice mientras tira mi cabello hacia atrás—. ¡Diablos! Sé que te quiero. Lo sé porque te necesito, lo sé porque sólo quiero lo mejor para ti, y si lo mejor para ti es estar con mi estúpido hermano, adelante. Yo no haré nada que te haga sufrir, pero sólo te pido que me ames una sola vez. Vamos a olvidarnos del mundo durante unas horas... Luego..., despertaremos.

Cierro los ojos absorbiendo sus palabras. Me quiere, no entiendo por qué, sinceramente no creo que me lo merezca, pero no voy a pararme a analizar nada. Voy a crear una burbuja, una donde nada más exista, una burbuja donde encerrarnos por una noche. Más tarde ya acarrearé con las consecuencias.

Tomo su cabeza con ambas manos y lo beso, un beso lento y cargado de amor. Lo freno, dejo que los dos disfrutemos del momento, sin prisas y sin necesidad de ir a lo rudo.

Gime en mi boca cuando me siento encima de él; coloca sus manos en mis lumbares, dejo que mi boca vaya a su cuello. Le lamo un camino desde la oreja hasta la clavícula y después dejo que mi cálido aliento lo siga.

Él me desviste, poco a poco, y yo lo imito. Me deshago de su camiseta negra, que tan bien le queda, miro su pecho, repaso sus músculos.

—Te necesito, te necesito —me susurra mientras sus manos acarician delicadamente mis pechos.

Arqueo la espalda, fruto del placer que estoy sintiendo. Noto la humedad de su boca en mis pezones, cierro los ojos.

Él es bueno en la cama, es algo que yo ya sabía, pero nunca lo imaginé tocándome con tanta delicadeza. Pasea las manos por mi cuerpo con lo que parece miedo a romperme.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora