Capítulo 23 - Pecados

185 23 8
                                    

El amor sin pecados es como el huevo sin sal.
Luis Buñuel

Estoy jodida, y no hablo del verbo joder en relación a follar que, por desgracia, también. Hablo de que mis remordimientos no me dejan vivir en paz. Sé que he pecado, sé que no puedo vivir así.

Anoche decidí que debía contárselo. Pensé que, quizá, si le lloraba para que me perdonase, lo haría, pero sé que no sería así. Soy egoísta. Cuando sus labios me rozaron con delicadeza, no pude hacerlo. Quiero que me ame, sólo él sabe amarme y no soy capaz de renunciar a esa increíble sensación.

Sus labios me besaron delicadamente..., sus manos me buscaron... Y yo caí. Claro que lo hice.

Katsura ahora está dormido a mi lado. Le rodeo la cintura con mi brazo y me pego a él. No quiero que nadie me lo quite, no quiero perderlo. Es mío.

—Te amo, te amo, te amo —repito en voz alta para que todo el mundo se entere.

Anoche me costó abrirme a él, pero, una vez dentro de mí, supe que nuestra unión era la perfecta. Anoche sentí por primera vez el miedo a la soledad. Si Katsura se enterara de mi desliz (por llamarlo de alguna forma sutil), yo no lo superaría nunca.

***

Los días pasan y mi miedo se va haciendo más pequeño.

Al parecer fui una mas para Katsuki. Como él ya predijo en su momento, aquel sería el único día en el que follaríamos. Sé que suena frío, pero en parte me alegro de que sea así..., aunque, bueno, he de admitir que una pequeña parte de mí está decepcionada. No me considero una modelo ni nada especial, pero creo que, inconscientemente, pensé que yo sería diferente para él. No es que quiera follar de nuevo con Katsuki, pero un poco de interés por su parte habría sido menos humillante.

Tsuyu y Mina saben que me pasa algo. Mi afición por el helado va en aumento, más concretamente al helado de chocolate (sí, ese que dicen que es afrodisíaco), y no es porque eche de menos tener sexo sucio y cretino. Bueno, sí, lo hecho de menos, pero el amor siempre vence y está por encima del mete-saca divino.

Por otro lado, mi relación con Katsura va viento en popa. Seguimos con el SÍ al amor y NO al sexo, pero soy feliz. Continúo mi trabajo los fines de semana en la cafetería, necesito el dinero y no consiento que Katsura me pague los estudios. Y entre semana hago las prácticas, finalmente en una radio pequeña, pero estoy feliz por ello.

***

Hoy es domingo y me toca limpiar los hornos. Es algo que no me gusta, pero que debo hacer. Es mi trabajo, para eso me pagan.

Me quedan dos horas para salir de trabajar. Estoy deseando llegar a casa para llenarme la bañera, meterme dentro y relajarme. Está todo inmediatamente tranquilo hasta que la puerta se abre y suena ese ridículo tintineo que tanto adora Mid.

—Buenas tardes, preciosa —Katsuki habla arrastrando las palabras.

Sé que es él porque nadie más puede tener esa cadencia adictiva en la voz. Mi cuerpo se tensa. ¿Por qué? ¿Por qué, cuando nos alegramos de que no pase algo, aparece la manzana podrida del Paraíso para jodernos?

—¿Qué haces tú aquí? —escupo arqueando una ceja. Sí, he de admitir que este gesto está ensayado delante del espejo de mi querido cuarto de baño.

Doble Tentación  -  KacchakoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora