El que es celoso no es nunca celoso por lo que ve;
con lo que se imagina basta.
Jacinto BenaventeFollar es una buena opción, pero no en este baño, ¿verdad?
Mi época adolescente ha pasado, ahora soy una mujer madura, pero... ¡Maldición! Las mujeres maduras también sucumben a la pasión del momento. Sé que dudar no es bueno y también sé que dudar mientras me dejo llevar por la situación tampoco lo es.
Mis manos, inteligentes y rápidas, han estado manoseando el gran cuerpo de Katsuki. Está duro y fibrado.
Él intenta (con éxito) deshacerse de mi chaqueta. Duda sobre dónde colocarla e intenta lanzarla para que esta se quede colgada en el pomo de la puerta de uno de los baños. Él es bueno quitando ropa, pero no colocándola... y mucho menos lanzándola. Mi chaqueta va a parar al suelo, pero antes algo cae de uno de los bolsillos. Sí, lo sé, las cremalleras sirven para algo, pero siempre las dejo abiertas.
Escucho cómo algo se rompe al chocar contra el suelo. ¡La taza! Me quedo pálida cuando veo las bolsas con las muestras en el suelo. Me separo de Katsuki (sí, a esto lo podemos llamar un precoitus interruptus). Soy más ágil de lo que creo y consigo recuperar las bolsitas sin que Katsuki las vea, o eso es lo que creo. Cuando me giro para mirarlo, su expresión me sorprende. ¿Qué le pasa? Lo noto tenso, incluso me atrevería a decir que parece enfadado.
—Eh —le digo mientras intento acariciarle la mejilla, pero él me esquiva.
No sé qué pasa.
—¿Has ido a ver a mi hermano antes de estar conmigo?
Analizo rápidamente su expresión. Frunce el ceño y evita mirarme. No logro entender qué le pasa. Abre sus manos y las cierra constantemente. No está preguntándome por la taza, que obviamente ha oído romperse. Me pregunta por su hermano.
—Sí, ¿por qué?
Sonríe, pero es la sonrisa más triste que he visto nunca.
Niega con la cabeza al tiempo que me da la espalda. Nervioso, se pasa la mano por la cabeza.
—No sé cómo no lo he visto venir —añade con voz rota—. La historia se repite de nuevo. Mi hermano, tú y yo. El tridente maravilloso. Le quieres y yo no puedo hacer nada para evitarlo. Por mucho que me esfuerce, siempre estaremos los tres, ¿verdad? Bien, en otra ocasión me habría ido, pero sé que te quiero con toda mi alma, sé que llevo cinco años pensando en ti. Y no quiero pasar por eso de nuevo. Si tú quieres continuar con los dos, adelante. Juguemos. Sé que mi hermano no lo permitirá, pero podemos vernos a escondidas. Soportaré ser el otro, lo haré. Me seguiré comportando como un cretino delante de todos. Coquetearé con otras mujeres y dejaré que, de cara a los otros, ustedes dos jueguen a ser la pareja feliz. Si de verdad me quieres, lo haré. Si tú compartes tu amor con los dos. Puedo soportarlo. Prometo que esta vez no se lo contaré a mi hermano.
Sus palabras me abofetean el alma una y otra vez.
Intento analizar todo lo que me ha dicho.
Él me quiere. Katsuki me quiere. Me cuesta creerlo. Su amor es tan grande que estaría dispuesto a compartirme con Katsura. Siento que mi cordura empieza a desvanecerse. No podría compartir mi amor. Sé que resulta chocante escuchar tal cosa viniendo de mí, pero es tan duro y tan egoísta aceptar ese trato.
Amé a Katsura, lo amé, pero, cuando apareció Katsuki, todo mi amor se dividió y creí amar a los dos. Lo pensé porque me parecía de locos no amar a Katsura. Él lo tenía todo, y me costó desprenderme de lo cómodo que era estar con él.
Katsuki era un torbellino. Sexo, lujuria, pero también sabía entenderme. Compartíamos más cosas de las que yo compartía con su hermano.
¿Qué necesitas de una pareja? Un amante, un amigo, alguien con quien compartir tu vida. No con quien intentar soportarla. No con quien ver pasar los días sin sentido.
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Doble Tentación - Kacchako
Romance¿La virginidad crece? Es la pregunta que me hago desde que mi vida sexual se ha convertido en poco activa, bueno, más bien nula. Hasta ahora me conformaba con los sueños (¡Qué sueños!), eran tan reales que me despertaba besando mi ya conocida almoha...