𝐁 𝐀 𝐑 𝐑 𝐀 𝐒

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— ¿Les gustaría ver otro modelo?

El chico de al menos unos 26 años dijo aquello con una sonrisa en los labios. Su bonito traje negro lucía impecable y hacia relucir la camisa blanca que tenía, con esa corbata de color rojo que resaltaba en su cuello. Estaba siendo muy amable, muy dulce con nosotros, oh, si tan solo supiera.

— No, quiero está. — dije seguro, mientras sostenía la madera tan fina y bonita, el filo del cunero blanco que había visto recién habíamos entrado a la tienda departamental.

— ¿Estás seguro, cariño? — Yoongi había aparecido justo a un costado mío, colocandose de lado y mirando uno de mis perfiles, mientras dejaba su brazo recargado en el barandal del cunero y acariciaba mi mano.

— Lo estoy. — Deje de mirar fascinado el interior, y los pequeños corazones tallados en los barrotes, para mirar a Yoongi, sonriéndole amplio.

— Será este entonces, por favor. — Yoongi se dirigió al chico y yo seguía fascinado con la cuna, viendo los bonitos detalles y como las esquinas eran redondeadas, además de la bonita manta de cielo que colgaba por encima, era casi digna de una princesa. 

— Perfecto, por favor síganme de este lado para poder llenar el formulario, tomar el pedido y este listo en un par de días. — El joven era demasiado amable, sonreía tanto que incluso podía caer en la exageración.  ¿Sus mejillas terminarían entumecidas al final del día? 

Yoongi me tomó de la mano, caminando detrás del chico, pero yo seguía girando mi cabeza y mirando de manera fascinante el cunero que acababa de elegir. Era demasiado bonito, lo perfecto para alguien como yo, alto, pero no tan alto, blanco, delicado, sumamente cálido... ¿Estoy describiendo a Yoongi? 

El chico nos preguntó un par de especificaciones más, debido a que el cunero era trabajado bajo pedido y tendríamos que esperar al menos una semana más para poder recibirlo en casa, aunque Yoongi fue muy claro en decir que iríamos nosotros mismos por el pedido, no había necesidad de otorgarles la dirección. Además de eso aclaró que tenía que ser más amplia, ligeramente más larga y yo quería que tuviera un corte enorme en forma de corazón en los costados. El chico anotó todos los pedidos en la computadora y al final —Bueno, Yoongi.— firmó el acuse de encargado. 

— ¡Felicidades por su adopción! 

Esa fue la despedida del chico cuando salimos de la tienda departamental, y aunque ambos quisimos reír en ese instante, no lo hicimos por educación, por lo menos hasta llegar al auto. 

La gente es muy divertida cuando asume cosas que no les corresponde. Como la sexualidad, la profesión, calidad de vida o gustos musicales —Por solo decir algunos ámbitos— cuando no es de su incumbencia, y menos lo es mi vida privada con mi pareja o mis fetiches sexuales que esta más claro que solo comparto con Yoongi. Agradezco el detalle, pero simplemente era algo innecesario, que ni Yoongi ni yo habíamos pedido. 

— Pft, ¿Te parece que comencemos con esta pared y terminamos por las tardes cuando vengas? — Yoongi sugirió cuando dejo la cubeta de pintura amarillo. "Sonata" ese era el nombre del color que el chico había anotado en las tapas de los botes de color. 

— Sí, papi, me agrada la idea. — giré mi rostro y le besé los labios con una sonrisa.

Recién había terminado de colocar el plástico en el suelo, sujetado por una cinta de color azul para no moverse o despegarse del filo del suelo y así no ensuciar ni equivocarnos. También teníamos un montón de recipientes para pintura, un balde de agua y dos paquetes de papel tapiz delgado con estampado de pollitos. Yo sujetaba una brocha mediana, pero teníamos dos pequeñas y tres grandes en el suelo. Yoongi había comprado demasiado.

• I love your VOICE and your MOANS •Donde viven las historias. Descúbrelo ahora