𝐃 𝐎

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Eran exactamente las 19:28 de la noche y me encontraba trajeado por completo, quizás no era mucho su estilo, pero aquel evento de etiqueta lo ameritaba, además de que sería mi primera cita con mi querido profesor Min.

Verlo en traje había sido la gloria misma. Normalmente para dar las clases llevaba un traje bastante hecho a la medida, pero siempre eran de color azul marino, con camisa blanca a juego y sin corbata alguna, mucho más relajado que ahora.

Los pantalones negros, el saco del mismo tono, la camisa blanca y esa corbata negra lucía impecable entre el color blanco. Podía imaginar ese trozo de tela atando sus muñecas para dejarme quieto mientras me follaba sin piedad.

Pero únicamente podía quedarme sonrojado mientras le miraba caminar delante mío hasta encontrar los asientos en el recital al que yo le había invitado.

— Aquí, estos dos. —Me habló de manera dulce antes de dejarme pasar sobre la fila en la que debimos estar sentados, tan cerca del escenario y en la parte del centro.

Escuchar a uno de mis artistas favoritos en conjunto con la compañía de mi amor en secreto en esos momentos era la combinación perfecta. Ahora imaginarme montado sobre sus caderas mientras jadeaba su nombre y aún seguía escuchando las partituras sonar en el piano, se volvía ansiado por mi.

— Lo disfrutas mucho, ¿No es así? —Preguntó mientras se atrevía a rozar el costado de su mano contra la mía recargada en el descansa brazos del asiento donde estaba.

Deseo enmarcar la sonrisa con la que me mira a veces.

— Es de mis favoritos, no puedo describirlo, es tan...

— Talentoso. —El completo la frase sin dudarlo y justo los aplausos por la última pieza interpretada por mi ídolo.

Separamos nuestras mano para aplaudir y gire mi vista de nuevo al escenario. Ambos nos pusimos de pie para terminar de aplaudir y entonces el telón se cerró.

— Ven, que te tengo una sorpresa.

¿Qué? Esperen, no estoy preparado para esto y si vamos a tener sexo en los baños del auditorio, no tengo preservativos.

Caminamos por los pasillos laterales, saliendo del auditorio hasta el Hall. Era un mar de gente, sin embargo la agilidad del staff, hacía que todo se movilizará rápido, sin embargo, en algún punto, Yoongi me tomo de la muñeca para caminar en una dirección distinta, hasta dos puertas de color negro, donde dos agentes de seguridad, confiaba que no nos dejarían pasar a dónde sea que estaba mi sorpresa.

— Joven Min, Buenas noches.

Con toda la sorpresa del mundo, ambos policías se apartaron de la puerta para dejarnos entrar. ¿Qué mierda?

— ¡Min Yoongi! El famosísimo Min Yoongi.

— ¿De que hablas? El que acaba de llenar el auditorio de ahí afuera eres tú.

Y de repente se cumplía una de mis fantasías no sexuales que tenía. O quién sabe, a lo mejor si se volvía un fantasía sexual.

Mi maestro y uno de mis más grandes ídolos en el piano se estaba saludando, se hablaban y... Mierda.

— Él es Jimin. —Me llamo mientras extendía su mano para tomar la mía y acercarme hasta ellos. Yo esperaba que la soltara, pero se quedó ahí, sujetando mi muñeca mientras me colocaba a su lado.— Es mi alumno de primer año.

— Un... Un gus-usto.

Estaba tan nervioso de estar ahí, justo en frente sin saber bien que ocurría, que pasaba y con el corazón a mil por hora.

— Un placer, me alegra que mi alumno estrella tenga alumnos tan atentos y talentosos como tú. —Aseguró mientras me extendía la mano para estrechar la. ¿Qué?— ¿Es él de quién me hablaste?

El profesor Min asintío con la cabeza mientras me acercaba y me abrazaba por los hombros.

¿Le había hablado de mi? ¡Dios!

— No puedo creerlo, ¿Cómo? Yo he sido quien lo ha traído hasta aquí para disfrutar del recital y... ¡Dios!

Caminábamos por la acera mientras caía una ligera nevada. Él tenía las manos dentro de su abrigo, y yo sostenía mi móvil emocionado. Tenía el número de mi ídolo.

— Me sorprende que tu padre no te haya presentado a Yiruma antes. Él ha sido mi maestro por años.

— Entonces... ¿Por qué?...

— ¿Porque acepte?

Preguntó mientras sonreía y caminaba a mi lado.

— Porque vendría contigo, una oportunidad única.

Aseguro sin dejar de caminar. Tomó las llaves dentro de su abrigo, para apretar el botón del control de su auto, quitando los seguros. Habíamos llegado juntos, pero ahora pensaba tomar el subterráneo para llegar a mi casa, o en su defecto, llamarle a alguno de los choferes de mi padre, los  cuales estarían más que libres debido a que su padre estaba en el extranjero.

— Anda, sube. —Me abrió la puerta con esa maldita sonrisa que quería besar.

— Y-Yo no puedo... S-sería demasiado sí...

— Yo te saque de tu casa, yo te llevaré a la misma.

Murmuró como todo un caballero mientras me miraba y yo sentía su mirada profunda insistírme en entrar y arriesgarme.

Termine aceptando, porque en definitiva el clima caliente del auto era mejor que esperar en el frío o viajar en el subterráneo.

— Muchas gracias por esto.

Hablé antes de bajar del auto, en realidad sostenía la manija del auto, pero no quería abrirlo aún, estaba realmente cómodo.

— Gracias a ti por esto, dulzura.

Dul... ¿Qué?

Más tarde en procesar lo que acababa de decirme que en lo que sentí sus delgados labios estamparse contra los míos cuando giré a verle por las palabras.

Me besaba.

Me estaba besando.

Me estaba besando de manera tan malditamente delicioso, tan dulce que no pude resistirme. Dos segundos y yo ya estaba moviendo mis labios.

Mis pequeñas manos tomaron sus mejillas de manera desesperada, pegando nuestros rostros y ladeando mi cabeza para embonar mis labios de mejor manera.

Sus labios sabían a la misma gloria, justo como lo había imaginado, delicioso, suave, sútil. Café, tabaco y un poco de menta con vainilla. Perfecto aún si sonaba asqueroso.

— Jimin...

Sí, joder, dios, sí. Dilo de nuevo, llámame así de nuevo mientras mi lengua busca la tuya.

— Jimin...

Más, más, más, por favor.

Me levanté desde mi asiento, para moverme hasta el asiento en donde estaba mi querido profesor, sentándome en su regazo, sin pena alguna, porque ahora ya estaba más que incentivando y con el libido por los aires. ¿Desde hace cuánto no follaba y lo deseaba tanto?

Mis dildos no cuentan.

Sus manos me sujetaban las caderas, por la parte superior, y demonios, yo estaba ansiando que me cogiera ahí mismo.

— Jimin, para...

¿Qué? 

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