𝐌 𝐄 𝐍 𝐎 𝐑

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Chockers, faldas, medias altas, juguetes sexuales, formas de llamarse, juegos de sumisión, todo en uno.

Me había dedicado a leer y rebuscar en la web por más de una hora todo lo que pudiera recabar de información sobre el tal "Daddy Kink" que, vamos no era desconocido para mí, pero simplemente nunca me había apetecido involucrarme en ello. Pero yo aún no comprendía hasta donde quería llegar Yoongi con esto.

- Debes hablar con él, Jimin, lo que sea que yo te diga podría o no tener sentido, pero él es quien te dirá que tan lejos quiere esto. - Taehyung hablaba recostado en el sofá de la sala de entretenimiento en mi casa, mirándome caminar de un lado al otro.- Él sabes decirte si únicamente tienes que decirle papi para que eyacule o si quiere que lo hagas para algo más.

- Eso lo sé, pero ¿Cómo se supone que lo haga? ¿Cuándo? ¿Cómo inicias una conversación sobre... "Eso"? - Pregunté mordiéndome las uñas de manera nerviosa.

En menos de 24 horas tendría mi respectiva asesoría con Min y yo aún estaba nervioso. No le había visto ni tampoco habíamos hablado después de haber intimado y eso me dejaba un más nervioso.

Es que de todo lo que leí en la web, no estaba seguro de que todo me encantara. Era la primera vez que me interesaba en ese tipo de fetiches y aunque incluía, y definitivamente habían algunos atractivos como una parte que no terminaba de convencerme.

- Puedes iniciar con un "¿Podemos hablar?", A mí me suena lógico. -Taehyung dijo.

- ¿Podemos hablar?

Mi supuesta asesoría había terminado hacía ya varios minutos, y yo estaba sentado en el regazo de mi profesor mientras el continuaba tocando el piano de manera cuidadosa. Los rayos de sol se colaban por el ventanal y el ambiente era cálido. Yo me abrazaba a su cuerpo como si fuera un Koala, con las piernas y los brazos al rededor de su torso.

El cuerpo de Yoongi tiene un aroma delicioso. Es una combinación entre tabaco, con menta, pero también huele como a una librería. Cómo cuando recibes por paquetería un libro, abres la caja, quitas el plástico y pasas las hojas. Así. Pero también su cuepo es cálido. Siempre desprende una temperatura agradable.

Pensaba en eso mientras rozaba mi nariz con la piel de su cuello, pero en cuanto hablé, él se separó ligeramente de mi cuerpo, y dejó de tocar el piano.

Yo aún no estaba seguro de si estaba listo para esa conversación, pero en definitiva, si queríamos volver a intimar y esto se volvería más constante, necesitaba saber, saber cómo sería mi relación con él. Y no, no es que yo esté pidiendo formalidad en esto, porque no es ese mi punto. Yo no quiero un novio, y él tampoco.

Sus manos se colocaron en mi cintura y con un ágil movimiento termino por sentarme en la parte superior del piano, mis pantorrillas rozaban con ligereza la teclas. Estaba nervioso, tan nervioso que relamía y mordía mis labios constantemente.

- Esto parece un dejávù. -Dijo. Era cierto, la última vez que yo me subí al piano, terminamos cogiendo en el sofá.

Sus manos colocaron en mis muslos y separó un poco más mis piernas, está vez no era yo quién coqueteaba, el lo estaba haciendo con su sonrisa atractiva y esa forma felina y deseosa de sus ojos al verme.

- Después de hablar. - Dictamine mientras colocaba mis manos sobre las suyas en mis muslos.

La diferencia era notoria. Sus dedos son mucho más largos que los míos, largos y sus venas se marcan aún más que las mías, de una manera atractiva, sensual. Y cuando nos tomamos las manos, se vuelve sumamente cómodo, un contraste adictivo, porque mis dedos son pequeños, ligeramente gorditos y con los nudillos rosas.

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