𝐑 𝐈 𝐓 𝐌 𝐎

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— No es cierto, Jimin, dinos que es mentira, tu nunca...

— Largo de mi casa, no puedes aparecer por aquí e irrumpir con La tranquilidad de mi hogar.

Todo era un caos, mi propio hogar, las personas que me rodeaban e incluso mi mente. Desde que había recibido la llamada de Sun Hee en el móvil de Taehyung todo había sido un completo caos, una locura, era un sueño... no, era la pesadilla viviente que siempre había estado temiendo.

Los ojos de Bo-ra estaban empapados en lágrimas mientras sostenía su rostro entre sus manos, ocultando sus ojos, parecía rota, quebrada por dentro y aquello era lo que menos quería. Y justo en el centro de la sala mi padre se encontraba entablando una conversación bastante elevada de tono con quien hasta ese momento había sido "Mi favorito del mes".

Los empleados permanecían en sus lugares y aunque pretendían que todo transcurría de manera normal, el tono elevado de la voz de mi padre no era común para ellos, ver a Bo-ra llorar lo era aún menos y sobre todo, las palabras que salían desde la boca de Wang les eran aún más desconcertantes y atrayentes, aquello estaba siendo puro morbo en bandeja de plata para los presentes.

Y yo, yo solo podía permanecer atónito, dentro de aquel estado de shock que se había adherido a mi mente y piel desde hacía unos momentos.

— Es verdad...

En cuanto solté esas palabras del nudo de mi garganta todos guardaron silencio. Escuche un suspiro preocupado por parte de SunHee en mi espalda, sabía lo que significaba. Quien hasta ese momento había sido mi madre se levando a pasos inseguros y temblorosos desde el sofá, parecía un venado recién nacido intentando acostumbrarse a sus delgadas y flácidas piernas, nada similar a la personalidad fuerte de aquella esbelta y atractiva mujer. Quien hasta ese momento había sido mi padre se había quedado con las palabras en la boca, y desvió la mirada del chico alto con cabello ondulado y ojos café profundo para centrarse en mi.

Pude sentirme pequeño, tan pequeño e indefenso como en el momento en que llegué a la casa hogar en donde ellos me adoptaron. El Jimin de tan solo diez años temblando sobre el piso de madera, mirando sus pies envueltos en una especie de tenis deportivos que quien sabe por cuantas manos más habían pasado, y sentía sus dedos juguetear y engarrotarse por el mismo nerviosismo. Podía recordar, incluso sentir el sudor frío en las manos, como el estómago se revolvía mientras escuchaba los murmullos de chicos más grandes, o incluso de su edad. "Lo quieren únicamente porque es bonito" "Si tuviera una apariencia más similar a nosotros, de seguro ni lo habrían volteado a ver." "Claro, se llevan al ratón de alcantarilla por escurridizo." Los niños no siempre eran tan agradables como los adultos mencionaban.

Volví a sentirme inseguro, tembloroso, miedoso, quería volver a mi lugar seguro, quería meterme en el primer closet que encontrara y esconderme debajo de los abrigos, volver a aquel hábito tan arraigado que tenía y el que me tomó años arrancar se mi ser. Yo solo quería sentirme seguro y ni los abrazos de Bo-ra ni las palabras de Jay lo arreglarían esta vez...

En un susurro dolido, aturdido y de molestia, mi padre le pidió de manera amable a Wang que se retirara, que nos dejase solos, pero no lo hizo. ¿Qué más quería? ¿Que esperaba?

— Jimin, ahora podemos estar juntos...

¿Que carajos estaba diciendo?

— ¿Es una broma? ¿Es una maldita broma?

Por fin dejé de mirar el piso reluciente debajo de mis pies, para encontrarme con su mirada. No sabía exactamente en que momento había comenzado, pero las lágrimas ya estaban empapando mis mejillas y parte de la camisa que llevaba encima esa tarde.

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