¡Soy lo que quieres y tú eres lo que quiero!
Lucrecia
Recuerdo con vaguedad ese día. Si, ese mismo día que acaba de mencionar. Las imágenes se ven borrosas pero están ahí. Mi cuerpo se pegó más a él como si fuese sido una orden mientras mi mente vagó por el recuerdo de sus labios recorriendo mi piel caliente, desnudando mi cuerpo con delicadeza sin apuros pero con intensidad.
Mi primera vez fue con él.
Pensé que sería una aventura de verano, por supuesto no fue así, seguimos intimando hasta el perderse de las filas de mi anillo de seguridad. Aquel día conectamos de una forma extraña, tuve un atentado de parte de los calabreses, creo que fueron los que estuvieron más cerca de eliminarme —hasta luego cuando se reveló toda la farsa de los Santorini—. Él fue mi chófer o escolta ese día, algo así, suprimí ese encuentro por salud mental. Juntos tuvimos que acabar al grupo del clan calabres, apenas tenía dieciocho cuando entonces, él tenía veinte o veintiún años, unos adolescentes para nada normales, no de los que veían la vida como algo bueno sino dominados por el mundo cruel, sucio y lleno de sangre.
—¿Lo olvidaste? —pregunta trayéndome al presente
—¿Por qué me dices esto?
—Porque ya no se como recordarte lo que eres para mí —murmura—. Me dolió tu traición y la falta de confianza al ocultarme eso...—confiesa.
—Eros, simplemente lo usé como una estrategia para salir de ahí —susurré, impotente al recordar su mirada de ascl ese día en el jardín—. Hay muchas cosas que no sabes, ya habrá momento para contarte todo...—bajo la mirada sintiéndome avergonzada.
—¡Es tu maldito hermano! —sisea entre dientes—. Ese detallito era importante saberlo —me recrimina.
Callé. En cierto sentido tiene razón, somos familias aliadas, básicamente debemos pensar como uno solo.
—Pronto entenderás todo —zanjé
Aún no puedo revelar lo que sé, la información es delicada y confieso tener la sangre ardiendo con todas las verdades que me cargo encima, llevo tantas mentiras atoradas en la garganta, me queman. Sin embargo, los mejores estrategas saben el momento de cuando utilizar como arma la información y las pruebas.
Su mirada azulada grita todo lo que no puede decir con palabras y se la mantengo, firme, mientras nos sujetamos más fuerte llegando al final de la pieza. Las notas van terminando, hacemos la reverencia y rompo contacto visual con él, buscando el misterioso acompañante de mi hermana visualizando su figura muy cerca de ella, sonriéndole con coquetería aún así mantiene oculto su rostro detrás de esa máscara.
«¿A quien quiere ocultar Ariana y por qué?». El nombre de Daniel me ronda la cabeza mil veces, descartando como opción a ese hombre, dudo sea tan descarado de venir. También recuerdo haberle impuesto la tarea a mi hermana de sacarle información a costa de su debilidad de él por ella. La posiblidad existen, mínima pero existe, así que trato de llegar hasta allá.
Avanzo con rapidez al lugar donde están ellos, él me ve y le hace una seña a mi hermana quién se pone rígida al voltear para confirmar lo que él le dijo y se vuelve dedicándole unas últimas palabras junto a un beso en la mejilla porque gira en sus pies y se mueve entre la multitud, desapareciendo entre esta. Aprieto el paso para alcanzarlo pero una mano me sujeta con la suficiente fuerza impidiéndome avanzar.
—Tú y yo no hemos terminado de hablar —Eros alega molesto.
—Lo sé pero no es el momento, por favor, sueltame —digo mientras veo a todos lados localizando al tipo
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Reina Italiana [En Edición]
RomanceLibro I de la trilogía deseo, peligro y perversión. "Una pequeña convertida en el Diablo y un demonio dispuesto a quemar el mundo junto a ella. Entre el 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 y el amor habrá mucha codicia y traición. Mientras vivan en un mundo criminal deberán...