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*Hechos ocurridos en la madrugada del día de la boda*

Pesadillas, persecución y amenazas: él viene por mí.

Gail

Abro con torpeza la bolsita entre mis dedos pero me importa poco, la desesperación está consumiendo mi estado de tranquilidad o el poco que había podido reunir luego de todo aquello. «Maldito seas animal». Por fin logro abrir la mierda de empaque, espaciéndose un poco en el suelo, «mierda», dejando a un lado eso, continúo con la tarea de colocar el resto sobre la mesa, separo todo, formo dos líneas y con un billete enrollado aspiro el polvo por la nariz, repito la acción con la siguiente línea y me limpio.

Me tumbo sobre el mueble, dejando actuar la droga, o como yo le digo «mi ansiolítico», en mi sistema. Tenía tanto sin probar ésta mierda, es mucho mejor la de Eros que la que consumí alguna vez con... «No, detente» grité en mis adentros. Se supone que me meto droga suficiente para no pensar en él, en lo que hicimos, en todo el dolor causado. Las imágenes de él y yo riendo, besándonos, siendo las escorias temidas del puto pueblo, sacando lo peor de cada persona para luego disfrutar de su dolor. Todo viene como huracán a gran velocidad, tomando escalas alarmantes, ahogándome en la miseria y las lágrimas, las que no sabía estaba derramando, salen sin control.

En los altavoces suena Mirror, cercenando mi corazón de tal forma, sintiendo el dolor en cada hueso, el miedo inunda la caja torácica, comprimiendo todo desde dentro. Maldita canción.

-Uh, I see the truth in your lies
I see nobody by your side. But I'm with you when you re all alone.
And you correct me when Im lookin wrong. I see that guilt beneath the shame. I see your soul through your window pain

Canto en la semiinconsciencia, la droga está surtiendo efecto, lloro convulsionando en el mueble, la voz de Lil Wayne y Bruno Mars son dagas clavándose en mi corazón, dejándome inmóvil ahí, ahogando las emociones con alcohol.

-Te odio -susurro acercando mi nariz a otra línea de polvo, aspirando todo hasta el fondo-. ¡Tú me empujaste a esto! -grito al aire, llena de frustración, lanzando los paquetes y cartas que he recibido los últimos días.

Grito desgarrando mis cuerdas vocales, mientras las canciones van pasando, van doliendo al igual que los recuerdos, amortiguando el ruido de los objetos estrellándose contra la pared que no llega a mis oídos, y llenando el suelo de sus pedazos.

-¿Esto es lo que quieres? -mascullo vertiendo un vaso de vodka en mi boca-. ¡¿Quieres que vaya por ti?!

Luego de un rato gritando, rompiendo los paquetes y cantando canción tras canción, los ojos ya los tengo hinchados de tanto llorar, los labios resecos a pesar de estar tomando sin parar y no sé en qué momento llego a estar tirada en la ducha bajo la corriente de agua fría cayendo por todo mi cuerpo. Me estremezco, no por el agua, sino por los efectos secundarios de la droga. Las órdenes de mi cerebro no llegan a mis extremidades, mis brazos y piernas no dan para levantarse por lo que desisto de la idea.

Prefiero morir así a tener que volver a enfrentarme a esa bestia, soy una mierda delante de él, una maldita sensible al no poder negarme ante sus exigencias, al querer todavía sus caricias y arder en el infierno que creamos en cada lugar a donde llegamos. Pero él no viene por eso, él volvió para asegurarse de no dejar cabos sueltos, es capaz de asesinar a cada uno de mi familia sino me alejo de ellos de una vez por todas.

Reina Italiana [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora