Epílogo

1K 58 3
                                    

Eros

Quisiera describir el dolor arraigado en mi alma desde aquella noche fría y desolada, en la calle dejé tirado el corazón, las ganas de avanzar y todo el amor que siento por mi rubia peligrosa, la única que he podido amar de verdad. Aún sigo recordando ese día como si no hubiese pasado el tiempo, las imágenes del vídeo están frescas en mi mente y el sórdido dolor continúa dando punzadas en mi pecho.

Han pasado tres años pero para mí es como si fuese ayer, el único motivo por el cual sigo aquí es el hecho de cazar a los hijos de puta que nos traicionaron. Se han escondido cual ratas, huyendo de país en país para evitar caer en nuestras manos pero nadie los va a librar de hacerle frente a sus castigos en la mafia.

El control volvió a manos de Marcos, evité sentarme en el puesto de ella porque ya no es mi motivación, lo que tanto luché lo obtendría por fin pero ya no sabía a victoria, a emoción, a nada... Simplemente me hice a un lado, tomé el control de lo mío en Grecia manejando los negocios que nos pertenecen, visitando los clubes y pisando Sicilia solo cuando se requiere, aquí todo me recuerda a ella haciendo de mi dolor más grande.

Cada uno se ha dado a la tarea de perseguir a alguien porque aquel día Fiorella, Sharon y Aristóteles huyeron gracias a Gail, ella los liberó por alguna razón, seguimos pensando cual fue la motivación de hacerlo y quién podría estar detrás de las amenazas recibidas, pruebas encontradas en la habitación que ocupó en su estadía en la mansión Vecchio y de las cuales su madre no supo explicar porque tenía tiempo sin saber de su hija. Memet es el único en aportar algo pero fue muy vago para poder ir directo a ella, sin embargo Bettany se tomó la venganza como algo personal, se fue a Francia para pasar su dolor y desde allá envía la información de su búsqueda.

Marcos prometió mover cielo, mar y tierra para encontrar a Fiorella y Aristóteles, tienen cuentas pendientes con él así que deje en sus manos tomarse las atribuciones necesarias con tal de traerlos para hacerle frente. Por mi parte me encargo de Sharon y cuando vengo a Sicilia de Giuseppe, la primera tiene mucha información sobre nosotros la cual deberá estar desde hace rato sobre la mesa en la CCFE aunque hasta ahora no han actuado contra nosotros, también se debe al aumento de guardias entrenados como maquinas de matar, sin temor a ponerse en frente para morir por cualquiera de nosotros y todo gracias a la magnífica unión de Lucrecia con los árabes, ellos deben suministrar armas y hombres para el trabajo de seguridad, tomándose en serio el hecho de morir por el Triángulo Criminal. Por el lado de Giuseppe todo pinta mal para él porque es el juguete para desaforar la rabia tanto de Marcos como la mía e incluso Ariana va algunas veces al calabozo para drenar todo lo que le hicieron y él es quien se lleva la peor parte.

Lástima por él, su madre vendió el alma al diablo, así que debe pagar las consecuencias de luchar una guerra ajena, de ser involucrado en algo que no le pertenecer y estar aquí perdiendo su vida a manos de unos animales como nosotros. En algunas ocasiones pienso en ser benevolente y dejarlo ir pero su cuerpo está tan maltratado que no puede estar de pie sin ayuda, pronto sucumbirá a sus heridas y es mejor para él morirse de una vez.

—Hoy se cumplen tres años desde aquel maldito día, ¿sabes? —comento al tipo encadenado a la silla—. Parece que fue ayer y yo sigo sufriendo por eso —me río sin ganas

—Déjame ir —habla como puede, está demasiado golpeado y tiene todo el rostro desfigurado

—Es tarde para eso, culpa a tu hermano y a las ratas de la CCFE por meterte aquí —le recuerdo—. Quedarte en tu lugar te hubiese ahorrado todo este calvario pero no, viniste a meterte en la boca del lobo sin saber cómo salir y ahora pagas las consecuencias de creerte un salvador —digo haciéndolo sollozar

—No diré nada de lo que vi o lo que me hicieron —pide otra vez. «Las esperanzas son una mierda»

—¿Quieres irte?

Reina Italiana [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora