Los problemas causan más problemas
Aristóteles
A primera hora tuve que abandonar Francia para venir de inmediato a Grecia. Siempre que todo parece estar bien es lo contrario, hay algo que impide sentirme en "tranquilidad" así sea un puto día.
-¿Donde está? -chasqueo
-En la habitación de siempre, señor.
-¿Por qué está consciente? -murmuro entre dientes- ¿No dejé en claro que deben drogarla cuando el efecto desaparecer?
Asrail y los demás no dicen nada, mantienen la mirada en el piso y los brazos sujetos detrás de la espalda. Están entrenados para acatar las órdenes de la mansión Santorini: no mirar al dueño, familiares, amistades o socios; mantener la boca cerrada, hacer su trabajo es la primordial y librese aquel de no cumplir o decir algo más de la cuenta porque van directo a Atkins.
Inhalo profundo y exhalo con pesadez. Debo resolver con rapidez esto antes de que Eros se le ocurra la brillante idea de venir a Grecia y ver esto. Por supuesto sería algo que empeoraría nuestra relación y arruinaría lo planeado, descubriría verdades dolorosas y aunque él parece ser de piedra no lo es, su condición lo hace una persona volátil. No quiero terminar como los demás.
No es miedo, es saber el alcance de quienes te rodean y él es mi hijo, he visto como destroza parte por parte a sus enemigos o quienes caen en desgracia y él goza del sadismo de hacer sufrir a sus víctimas.
En el horror y el dolor está el placer, por ello nos entrenaron desde jóvenes a ser despiadados, sádicos, fuertes y analíticos. Ser unos auténticos hijos de puta. No me conmueve cualquier cosa, no me interesan las lágrimas de nadie, no estoy para perder el tiempo con cualquier pendejada y ahora aquí estoy, gastando cosas que no tengo solo por la maldita psicosis de la puta.
Sujeto con fuerza el pomo de la puerta, lo giro y entro. El olor a mierda, moho, orina y drogas se mezclan en la pequeña habitación. Una bombilla central en el techo ilumina a medias el cuerpo delgaducho postrado en la silla con las cadenas rodeando su cuello, muñecas y tobillos. Con esfuerzo eleva la cabeza dejando ver esos malditos ojos azules, esos que un día fueron vivaces, ahora se encuentran apagados y casi desorientados. El cabello rubio está opaco, largo y sucio, sus labios resecos y agrietados. El arapo no cubre todo su cuerpo, está sucio y translúcido, se notan sus huesos, la precariedad de su físico.
«Me da asco»
Se arrastra como puede hasta mis pies, coje la bota de mi pantalón para impulsarse y solloza contra mi pierna.
-¡Por favor! -suplica- Por favor, sácame de aquí...-susurra, arrastrando la lengua
La empujo de una patada golpeando su costado derecho, se estremece chillando de dolor y se aovilla en el suelo. Débil, siempre fue una puta débil.
«En realidad siempre fue más fuerte que tú», me contradice la subconsciente.
-Llama a Eros, por favor -ruega con ojos brillantes
-¿¡Estas loca!? -bufo
-Tú me hiciste así -rebate. «Insolente como siempre»
-¿Te atreves a insinuar tal cosa? -la abofeteo- ¡Puta de mierda! -vocifero
-Yo no hice nada de lo que crees -dice, sosteniendo su mejilla-. ¡No lo hice! -sus ojos se clavan en los míos gritando miles de cosas. «¿Como puedo creerle?»
La observo en silencio. Ya no hay rastro de esa preciosa mujer, altiva, decidida, amorosa conmigo y con Eros, incluso amable con la servidumbre. Esa sonrisa carismática, la inocencia la cual destilaba desapareció y los recuerdos que alguna vez fueron momentos felices, hoy ya parecen una pesadilla.
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Reina Italiana [En Edición]
RomanceLibro I de la trilogía deseo, peligro y perversión. "Una pequeña convertida en el Diablo y un demonio dispuesto a quemar el mundo junto a ella. Entre el 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 y el amor habrá mucha codicia y traición. Mientras vivan en un mundo criminal deberán...