24.

957 77 12
                                    

La esperanza crea ilusiones, la decepción las rompe...

Sharon

Veo mi rostro al espejo en un intento de poder maquillarme para asistir al club e ir a atenderlo, lo que se supone es mi deber además de ser la puta de la mafia griega y la médico de todos.

Cada toque a mi piel es acompañado de una mueca de dolor. «Te odio golfa de mierda». Todos los días me sorprendo de mi capacidad de odio hacia esa mujer y el acopio de fuerza y paciencia para no llenarle el cuerpo de tiros.

¡Estoy cansada de la mierda en la que me han metido!

Sabía que esto no sería fácil meterme a la boca del lobo de cabeza pero terminar siendo la puta, una esclava y luego escalar a la gerente de un burdel y ser médico al mismo tiempo, no, esto es más de lo que creí. ¡Me agota tanto! No quiero fingir ser la sumisa, aceptar todo con la cabeza gacha y una sonrisa provocativa ante aquellos que solo quieren follarme como animales.

«¡Quiero salir de aquí!»

Las lágrimas bajan por mis mejillas y no las evito, dejo que rueden para ver si así mi dolor calma un poco y mi alma deja de gritar del sufrimiento de todo este tiempo.

-En diez sales al burdel -anuncia Anita, una de las sirvientas. Se detiene a verme con detenimiento- ¿Estás llorando, otra vez?

Se acerca a mí con una toallita que cogió del clóset y la restriega por mi rostro sin importarle el maquillaje, regándolo todo y dejándome como el payaso que he sido todo este tiempo.

-Deja de ser una débil, limpiate y sal porque la próxima no seré yo y sabes bien como es Asrail de impaciente -habla sutil pero en su tono hay cierta advertencia

-¿Débil, Anita? -rebusco las toallas desmaquillantes en la cómoda- Soy todo menos débil. Lo sabes -paso la toallita con fuerza en mi rostro a causa de la frustración

-Andas lloriqueando cada oportunidad que te han agredido y solo han sido golpes o marcas por azote -dice con frialdad- a mí me han quemado, ultrajado encadenanda o cuánto castigo te imagines. Agradece que tienes el apoyo del señor Eros, porque sin él, ya te hubiesen matado sin contemplaciones -dirige una última mirada gélida hacia mí- aunque tenerlo de tu lado tampoco te garantiza estar viva-dice y se va de la habitación

«Ya sé que ésta mierda es un juego de ajedrez, ficha que estorbe, ficha que hacen a un lado»

Volví a hacer el milagro de ocultar los golpes de la "reina de la mafia" con un montón de corrector, base y polvo. Logré verme decente, por lo menos para dar la cara y hacerle frente a las cuentas pendientes de los miembros del club. Creo, si no estoy segura, de que es el único trabajo de todo esto el cual no me causa repulsión, además de ejercer lo que en realidad debía estar haciendo a tiempo completo en mi vida normal: «médico».

En silencio ondeo los pasillos de la casa veraniega, con gesto de obediencia y al mismo tiempo dignidad, porque es a lo único que me aferro para salir de aquí con la cabeza en su lugar.

En la puerta de la casa están estacionadas las camionetas y Asrail me indica en cual debo ir, asiento y subo para acomodarme.

Minutos después van abordando cada auto: Eros, Aristóteles y Marcos. En los siguientes los líderes de los clanes los cuales no puedo apreciarlos bien desde aquí y junto a mí, viene Betty, la chupa culo de Lucrecia. «También la odio pero no más que a la otra»

Lleva un vestido azul rey bastante ajustado a sus curvas, tiene cierto parecido a mí, por desgracia, excepto por los tatuajes de malandra, el color de ojos, la forma de caminar y otros detalles que la hacen egocéntrica, repugnante y una cualquiera. Sin embargo no deja de ser atractiva, fácilmente llama la atención de todos en la casa, así como Lucrecia. Son malas, asquerosas sanguinarias y aún con todo eso siguen siendo hermosas. ¡La vida es un privilegio mal equilibrado!

Reina Italiana [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora