21.

959 87 11
                                    

Un día es paz y al otro es guerra

Francia, minutos antes del ataque

Ariana

El ruido de unos pasos resuenan por la habitación. Restriego mis ojos con ambos puños para aclararme la vista y observo al hombre con él que pasé la noche a hurtadillas buscando aquí y allá sus prendas para vestirse.

—¿Te vas? —se detiene y me observa. «Por supuesto que se va idiota»

—Si, pequeña —sonríe

—Pensé que podríamos escaparnos y desayunar, o hacer algo juntos —comento haciendo un leve puchero.

«Te ves como una estúpida» rebate mi mente. Son cosas que debo hacer, me recuerdo.

—Sabes que nadie puede vernos juntos preciosa —toma asiento a mi lado para acariciar mi rostro

Frunzo los labios en una línea. No quiero que se vaya, quiero que esté conmigo y continúe a mi lado. ¿Por que no puede entender eso?

—Lo sé —me cruzo de brazos— pero hemos podido hacerlo sin ser vistos —giro el rostro cuando intenta besarme

—Ariana, no quiero irme así, estando molestos —suena sincero. Yo tampoco quiero, mi amor

—Entonces no te vayas —le dedico una mirada de súplica y me abrazo a su torso

Respira profundo con pesar, está angustiado, lo noto porque conozco la forma como se pone al luchar para obtener paciencia. Él trata de serlo cada vez que le hago este tipo de escenas. Rodea mi cuerpo con sus brazos infundiéndome de su calor mientras acaricia mi cabello.

Pisadas fuertes van llenando los pasillos, gritando cosas pero no entiendo muy bien que dicen. La algarabía va tomando fuerza porque las puertas se abren y cierran con fuerza, las voces de papá y Lucrecia se medio entienden gritando órdenes, por encima también se escucha Eros.

«¿Que mierdas está pasando?»

Volteó hacia él cuando detiene sus caricias, su cuerpo está tenso, muy rígido. Pasaría por muerto si no sintiera su pecho subir y bajar con lentitud bajo mi tacto. No está sorprendido, ni siquiera sé lo que está pasando por su mente o que siente, no demuestra nada. Solo permanece estático.

—¿Que está pasando?

—Me voy —responde a secas. Se termina de abotonar la camisa y camina hasta su chaqueta

Salto de la cama cogiendo la ropa interior colocándola rápidamente, camino rápido hasta tomar su muñeca haciéndolo girar hacia mí.

—¿Que haz hecho? —lo miro molesta. Él pasea su mirada del agarre hacia mis ojos

—Nada —dice con dureza

—¿Esto es nada? —cabeceo hacia los guardias corriendo de un lado a otro

—Me tengo que ir —con suavidad suelta el agarre

Antes de rebatir su respuesta irrumpen en la habitación con apuro y volteo para encontrarme a Verónica, con gesto preocupado el que pasa a uno sorprendido y luego a uno rabioso.

—¡¿Daniel?! —grita colérica

Me vuelvo hacia la ventana para verlo correr atravesando el campo y tratando de esquivar a parte del grupo de la bratva. Paso mis manos por el cabello en un gesto de desesperación. «Que no le pase nada, por favor» elevo la petición en silencio pero los brazos de Verónica me zarandean haciéndome volver al momento.

Reina Italiana [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora