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Amistad, cariño y secretos son las cadenas de nuestra alma

Betty

Despertar entre los brazos de un tipo frío y distante es una experiencia rara; conmigo no es tan indiferente, así como quiere mostrarse con los demás.

El venir aquí lo hice por diversión, meterme en su cama y afectarlo, más de lo que ya lo estaba temprano en la piscina, sin negarme el derecho de disfrutar del placer. Sin embargo, durante la noche, se limitó a rodearme con sus brazos como si no tuviese más remedio que aceptar mi presencia a su lado y conciliar el sueño.

O intentarlo...

Abrí los ojos encontrando al hombre tendido boca abajo, los brazos debajo de su rostro y la almohada, las piernas derecha flexionada hasta la cintura y la otra extendida. La sábana le llega hasta la cintura, dejando libre la piel aceitunada de su espalda, observo sus músculos tallados a punta de ejercicio físico, bueno, es la forma obvia de obtener ese cuerpo de Divino Dios, ¿no?.

Por inercia se voltea, tapando sus ojos con un brazo mientras el otro viaja a mi cuerpo, tanteando el camino a la zona íntima urgando dentro de mi ropa interior hasta llegar a los pliegues de mi coño. Le permito el saqueo a mi intimidad porque estoy tan absorta babeando por su pecho esculturalmente marcado, queriendo tocar de hito a hito su piel, arrancando un gemido de mí al sentir la habilidad de sus dedos calientes jugueteando con el botón de nervios entre mis piernas. Poco a poco el toqueteo va endureciéndome los pezones y mis pequeños jadeos le van engordando la verga, poniéndose dura bajo la sábana.

Quita la mano apoyada sobre sus ojos para coger en puño el cabello de mi nuca, alzando su torso para acercar su cara a la mía, uniendo nuestros labios en un beso lento y caliente; va cayendo a la cama nuevamente, llevándose mi cuerpo consigo aún con los labios unidos, obligándome a montarme sobre su pelvis. Siento su miembro duro bajo mis piernas, siendo para mí una invitación a ondear en círculos la pelvis para refregar nuestros sexos sobre la sábana.

El beso se vuelve rápido, salvaje, desenfrenado. Con impaciencia sus manos rodean mis tetas y las magrea con insistencia. Une ambos pechos, obligando a mi torso ir hasta su rostro para chupar el primer pezón que alcanza con los dientes. Hace el trabajo con ferocidad, ansias y desespero, atacando mis tetas con ímpetu, como si aquello es el plato de la salvación para su alma, lo hace tan condendamente bien que la entrepierna me está chorreando de la excitación, impregnando la mancha de mis fluidos en la sábana. No me siento ni el pulso, el corazón golpea con fuerza mi tórax con el saqueo invasivo de su lengua dentro de mi boca y sus manos estrujando mi cuerpo con fuerza, anhelo, de forma lasciva. Estoy a punto de morir aquí pero de la calentura al ser follada por uno de los hombres más imponentes del mundo.

Demostrando la misma intensidad e impaciencia, recorro su cuerpo mordiendo la piel de sus brazos u ofreciéndole mis pechos para que siga comiéndolos mientras las caderas se mueven solas sobre esa polla palpitante con ganas de taladrarme sin compasión.

—Estás matándome árabe de mierda —susurro entre jadeos, restregando el coño en su sexo sin piedad, como la sucia zorra que soy.

—Eso es para que cumplas con tu deber —dice dándome cachetes en el culo con fuerza—. Dijiste ser mi esposa sin importarte las consecuencias de tal tontería —vuelve a darme un azote prendiéndome cada vez más. «Eres una sucia Bettany, sucia y pervertida»—. Entonces cumple con tu deber de mujer y chúpame la verga —ordena tan autoritario con la voz ronca de deseo, haciéndome calentar de una forma que no puedo explicar.

Arrastro mis piernas fuera del encaje entre sus piernas, me posiciono en cuatro, poniendo el culo en pompa todo lo que puedo para dejarlo en su campo de visión y llevo una mano a su miembro oculto por la tela, masajeando con un ritmo lento, tallando de un lado a otro mientras mi otra mano va arrastrando la sábana pero...

Reina Italiana [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora