La adrenalina del momento nos llevó a otro nivel...
Eros
—¿Qué coño haces aquí? —digo con desdén.
Joder. Hasta con esa ropa simple se ve apetecible...Esos labios, rojos, suaves. El cabello largo rozando sus caderas. El azul intenso de su mirada sobre mí, me prende, me excita... Comienzo a divagar en los recuerdos de esas veces y me obligar a quitar la mirada de ella. Estoy perdiendo la concentración de la situación.
—Estamos a minutos de un ataque —se acerca hacia la mesa para recoger una beretta y la glock que se coloca en la espalda—. Nada de preguntas absurdas —termina la revisión del armamento—, ni esas miradas de reproche —pasa por mi lado con un rifle AR-15 en sus manos
Respiro profundo e invoco toda la cordura, concentración y fuerza para arrancarle la cabeza solo a los malnacidos de la CCFE y no a Lucrecia.
Subimos a las camionetas arrancando a todo lo que se puede. En cinco minutos estamos en los alrededores del muelle, dejamos las camionetas en los escondites habituales para estas situaciones y nos movemos de forma sigilosa hasta penetrar los puntos ciegos del lugar.
Asrail informa por los radios de tres grupos conformados por veinte soldados cada uno. Vamos alineándonos de forma que los acorralamos en el centro del muelle y...
—Disparen —ordeno
Se inicia el intercambio de disparos entre ambos bandos. El olor a sangre se dispersa por el lugar, inundando mis fosas nasales y la melodía del sonido de las balas hacen que la adrenalina y rabia contenida vibre en todo mi cuerpo. Sonrío al ver a mi objetivo mal herido, luchando contra mi guardia. No me importa que las balas vayan y vengan, tengo claro a quien quiero y estoy caminando cual lobo viendo a su presa.
Nadie me toca, ninguna bala me roza. El anillo de seguridad está disparando a quema ropa, al igual que la guardia Vecchio. Mi presa me ve, furia es lo que refleja sus ojos y su expresión demuestra asco, le sonrío abiertamente.
Él se mueve, acercándose a mí. Por mi lado corro, apuñalo a sus hombres, le disparo a sus mujeres y nos encontramos en medio de los containers. Le clavo puños certeros, él lo intenta pero los esquivo. Su agilidad está desfalleciendo por la pérdida rápida de sangre en su herida y la utilizo a mí favor.
Lo mejor es Lucrecia cuando lo sorprende por detrás rodeando su cuello con una navaja de caza, rozando con profundidad la hoja haciendo cortes en el y ahí detiene su lucha...
Lo golpeo para hacer que pierda el conocimiento y cae a nuestros pies
—Señor, objetivo eliminado —anuncia Asrail detrás atrás
Hago un gesto para que todos se retiren del lugar. La guardia Vecchio también abandona el muelle con el aviso de Lucrecia y solos quedamos los tres en el edificio en ruinas.
Lo despierto con una fusta modificada de cuero y púas, abriendo su piel con los latigazos.
—Capitán Shawn —le dedico un saludo militar en forma de burla
Me regocijo en como sus facciones se deforman tanto por el desdén y asco que posee hacia mí como por el dolor intenso que está sufriendo.
—Hace tanto que no jugábamos a la cacería de brujas —menciono tomando asiento frente a él— ¿No vas a hablarme? —obsevo al lugar donde está Lucrecia quien entiende mi seña y lo azota desgarrando su piel del costado derecho
—Eres un sádico —susurra entre dientes
—Soy tantas cosas —lo miro directo a los ojos—. Lo sabes desde aquella vez...
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Reina Italiana [En Edición]
RomanceLibro I de la trilogía deseo, peligro y perversión. "Una pequeña convertida en el Diablo y un demonio dispuesto a quemar el mundo junto a ella. Entre el 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 y el amor habrá mucha codicia y traición. Mientras vivan en un mundo criminal deberán...