Sicilia
Mansión VecchioFiorella
Sonrío complacida al ver como ambos hombres se decepcionan de Lucrecia. Estos niñatos peleando por la estúpida de mi hija me tienen cansada. Ella debe aprender a jugar con ellos pero la muy tonta no entiende, se enamoró de uno y al otro, no sé que mierda le ve.
Marcos se marcha con Giuseppe casi arrastrándolo hacia dentro de la casa. Eros aún sigue en shock, también se encamina dentro de la casa, supongo para irse. Detrás de él va Lucrecia pidiéndole hablar sobre lo sucedido; mientras Aristóteles se mantiene en silencio a mi lado.
He aprendido a diferenciar sus tipos de silencios y ya sé lo que tiene que decir.
Camino hacia la casita de la piscina, es similar a la mansión pero más pequeña. Arrastro los pies hasta dentro de la casa, sin demorar siento el agarre de sus manos sobre mi cuello, arrastrándome hasta chocar contra la pared.
—Me puedes decir que haces maldita hija de puta —su aliento choca contra mis labios
—Lo que siempre he hecho —confienso con tranquilidad
—Jugar a tu conveniencia —dice, acercando su cuerpo al mío— ¿crees que te permitiré joder a mi hijo? —torna el agarre sobre mi garganta más fuerte, excitándome
—No me importa más nadie, solo yo. Ni siquiera mis hijas —confieso— todos son fichas de ajedrez —paseo las manos desde su espalda hasta llegar a su entrepierna
—Para mí también eres una ficha pero a mí sí me importa mi hijo y no me temblará el pulso al matarte, perra —susurra sobre mis labios
—¿Por qué no lo has hecho? —lamo su labio inferior
—Porque tú misma te estás destruyendo —estampa sus labios contra los míos en un beso fuerte, exigente y posesivo.
Con rapidez nos vamos despojando de las prendas porque las ansias de tocar nuestra piel se va encendiendo a cada beso, al paso de nuestros dedos enredándose en la tela para quitarla del camino.
Dejo al descubierto su torso definido para pasear las manos por cada músculo. Él es un demonio exquisito, huele fenomenal y desnudo es una atracción violenta que incita al pecado.
Su altura se impone ante mí haciéndome temblar, la forma en cómo me toca y aprieta a su cuerpo me arranca jadeos incontrolables. Me siento deseada en sus brazos, algo que ya no siento al lado de Marcos, no puedo controlarlo como lo hice en su tiempo pero a Aristóteles sí, aún me pertenece porque me lo demuestra en la forma tan carnal y visceral de poseerme.
—Cuánto te odio —muerde mi cuello, hombros y pezones
—Yo te deseo —arqueo la espalda ante los espasmos que me provoca su boca
—Maldita hija de puta —aprieta el agarre de mi cuello y estampa otra vez mi cabeza contra la pared
—Si, lo soy y te gusta como ésta maldita te folla —sonrío cínica y vuelvo a besarlo con salvajismo
Alza mis piernas cargándome, permitiendo que éstas se enrollen en su torso y la entrada de mi sexo húmedo queda expuesta a su entera disposición. No tarda en atacarla, sus dedos recorren los pliegues de mi intimidad de arriba abajo, frotando el botón nervioso provocando descargas intensas expresadas en jadeos sonoros. Eso lo motiva, le enciende la mirada azulada convirtiéndose en negro del deseo y empalándome en una estocada.
Suelta empellones con fuerza y profundas, ondeando las caderas invitando a las mías a cabalgarlo, lo que hago gustosa mientras grito de solo sentirlo dentro de mí apretando las paredes de mi vagina.
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Reina Italiana [En Edición]
RomanceLibro I de la trilogía deseo, peligro y perversión. "Una pequeña convertida en el Diablo y un demonio dispuesto a quemar el mundo junto a ella. Entre el 𝒅𝒆𝒔𝒆𝒐 y el amor habrá mucha codicia y traición. Mientras vivan en un mundo criminal deberán...