Capítulo 35

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Sábado 16 de septiembre. - 1974

—Tal vez el amor es cuando han visto lo peor el uno del otro,
sin embargo, todavía están firmemente tomados de la mano. —
Ron Israel.



Dolor, el diccionario lo define de dos maneras. La primera, como una percepción sensorial que se siente en una parte del cuerpo.
La segunda, va más allá de un dolor físico, refiriéndose a éste como un sentimiento intenso de pena, tristeza o lástima que se experimenta por motivos emocionales.

Roger conocía de eso, había experimentado toda clase de dolores a lo largo de su vida.
Físicos gracias a los abusos que vivió por años en el interior de lo que él creía su hogar. Tan solo bastaba con cerrar sus oceánicos ojos para volver a sentir la pesada mano de su padre impactar sobre su cuerpo.
Emocionales gracias a esos malos entendidos que lo llevaron a perder a la única persona que lo acepto con sus defectos y virtudes.
Pero, hay veces en que el dolor no es del todo malo. Hay veces que este es el que te abre el paso para encontrar esa cura que te permite sanar toda clase de males. Y eso es lo que el baterista estaba por experimentar a sus veinticinco años. El dolor que te da paso a la felicidad. Roger había comenzado esa etapa donde la vida no te da nada más que un aprendizaje a cada momento. Era su comienzo.

Por otro lado, Ciara había crecido muy deprisa y había aprendido a sobrellevar el dolor físico y emocional juntos, en un solo cuerpo, en una sola emoción, en una sola vida.
Sus años en el prostíbulo.
Hombres humillándola.
Satisfacer deseos ajenos.
La mano violenta de Chad.
Las veces que aquel hombre que juraba amarla casi apaga la luz de su mirada.
Ella soltando la mano de Roger, su Roger.
Baquetitas.

Su pequeño cuerpo había aprendido a recibir y sanar toda clase de golpes, ella había aprendido a vivir con dolor. Había aprendido de la agonía luego de escapar de los brazos de Roger.
Ya no había mucho más para aprender, solo quedaba ser feliz.

Todo se sentía confuso y diferente aquella tarde de sábado.
La lluvia caía torrencialmente sobre las oscuras calles de Londres, mientras que Ciara observaba aquella maravilla natural desde la ventana de la habitación de Freddie.

El chico se paseaba por la habitación con una toalla enroscada en la cabeza y una bata verde con bordados extravagantes que Ciara se había encargado de hacer en 1970, la primera vez que se quedó en la casa del chico.

- No quiero ir. - Bufó la mujer de cabello corto mientras se dejaba caer en la cómoda cama del vocalista de Queen.

- No te estoy preguntando. - Dijo Freddie, ignorando por completo la pereza que dominaba el cuerpo de su amiga. - Ademas, Roggie estará allí. - Obviamente que estaría allí, hace semanas que aquella fiesta había comenzado a estar en boca todos. No solo porque la banda que revolucionaba adolescentes la organizaría, sino porque el salvajismo comenzaba a apoderarse de las fiestas extravagantes que daban y una que otra celebridad comenzaba a hacerse presente en ellas.

Ciara levantó ligeramente la cabeza. Roggie, había tratando de no pensar en él desde que John dijo aquellas palabras en el estudio, palabras que martillaron su cabeza en ese momento, palabras que había decidido pasar por alto e ignorar al bajista.

- No quiero ver a Roggie. - Respondió con gracia ante el tono con el que Freddie dijo el apodo de Roger. -Ademas está lloviendo horrible, nadie irá a esa fiesta, Fredd. -

Hold On (Roger Taylor) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora