Capítulo 3

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15 de abril, 1970

1:30 am.

-Ya deja de tomar, Chad.- Repetí por sexta vez en la noche. - Sabes que después no te puedo cargar. Me cuesta llevarte a casa en ese estado. - Sus grandes manos tomaron mi rostro apretándolo un poco mientras soltaba una fuerte risa.

- ¿Y quién dijo que me iré contigo ésta noche? - Respondió mientras sus gruesos labios hacían contacto nuevamente con el vaso de cerveza.

No pude evitar mirarlo. Era poseedor de facciones angelicales.
Su padre era de algún lugar de África, el cual que no lograba recordar, y su madre una linda rubia inglesa. Sin dudas, la mezcla había hecho lo suyo, trayendo a un hombre de piel morena, grandes ojos negros escondidos tras unas largas pestañas rizadas y unos lindos labios rosados. Sin embargo, ya nada quedaba de esos sentimientos hermosos que en algún momento me hacía sentir con tan solo obsérvalo. Todo había sido reemplazado por el asco y el miedo. Él se había encargado de matar cada sentimiento agradable que llegue a sentir hacia su persona.

- ¿Qué tanto me miras? - Parpadeé un par de veces ante su falta de tacto para pronunciar palabras sumamente básicas. - Conviértete en una buena mujer y tráeme otra cerveza, el show está por empezar y no quiero perdérmelo. - Decía mientras se acomodaba mejor en la pequeña banqueta del bar en el que nos encontrábamos.
Separó sus piernas y me golpeo con su rodilla para que me bajará.
- Muévete. - Con rapidez baje de mi banqueta y comencé a ponerme mi abrigo, un sentimiento de agotamiento y fuerza comenzó a crecer en mi estómago cuándo vi como Chad se sonreía ante mi rapidez, seguramente creyendo que ésta se debía para satisfacer su anterior pedido.

- No.- Mi voz salió fuerte y decidida, como si fuera que en esa corta palabra se encontrara mi liberación. Detrás de esa simple palabra, estaba el fin de una historia dónde yo no era la protagonista, sino el trapo que limpiaba las suciedades de un hombre asqueroso y machista hasta la médula.

Los ojos de Chad se abrieron expresando sorpresa y un poco de confusión, ante mi rebeldía. Pero su asombro no duró mucho, ya que en cuestión de segundos sus cejas se juntaron y mostraron una expresión molesta.

- Tráeme otra cerveza ¡YA! - Medio grito, ganándose así unas cuantas miradas del género femenino. Todas atentas a nuestra discusión. - No quieres saber lo que pasará cuándo lleguemos a casa. - Volvió a hablar, tratando de sonar más calmado. Sin embargo, sus ojos me mostraban su verdadero estado y podía presentir el infierno que me esperaba al llegar.

- ¿O qué? - Volví a retar, sintiendo como mi carácter volvía a correr por mis venas. - ¿Me golpearas? Vamos Chad, los dos sabemos que tu pene no crecerá por más que descargues tus frustraciones en mí. - Estaba tan sumida en mi nuevo descubrimiento de hacerme valer como mujer, que no noté que la banda por la cuál nos encontrábamos en el bar ya había comenzado a tocar. Los amigos de Chad, los mismos que habían estado en el departamento semanas atrás, se encontraban en el escenario ofreciendo un show espectacular.
- ¡Ah! y una última cosa. - Giré mi rostro para hacerle frente. - La cerveza te la traes tú, inútil. -

- Estás muerta. - Logré escuchar que murmuró, en efecto si volvía al departamento estaría muerta, pero creó que disfrutaré un poco ésta noche antes de buscar mis cosas y dejar a Chad.

Con un paso relajado comencé a introducirme entré la pequeña multitud que cantaba alegremente las canciones, sin importarles que el vocalista haya cambiado la letra, o eso era lo que logre escuchar cuándo pasé al lado de unos chicos que hablaban sobre los nuevos integrantes del grupo.

Una vez que logré estar en el frente, pude apreciar al rubio que estaba escondido detrás de una batería. Era él, el chico que solía presentarse con su nombre completo ante los desconocidos. Sonreí inconsciente cuándo su mirada se posó en mi, regalándome una bonita sonrisa.

Hold On (Roger Taylor) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora