Capítulo 9

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29 de junio - 1970

Ella era diferente, inevitable, e inefable. Ella estaba parada frente a sus ojos, sus corazones latieron con rapidez cuándo sus miradas se mezclaron, delatando mil cosas que no podían expresar. Sus sentimientos se chocaron de frente con la realidad, siendo prisioneros de una gran verdad expuesta, mostrándose sus huesos y toda la suciedad que estos poseían en lo más profundo de su interior.

Una risita involuntaria fue quién rompió el frío hielo que se había formado a su alrededor. Ciara, mostrándole a Roger otra verdad sobre ella, rió, sin gracia, pero el cálido sonido de su risa estaba ahí. Provocada por sus nervios, algo que no pudo evitar.

La mirada cruda del rubio, cambió a una llena de intriga, intriga por conocer la verdadera historia de la pequeña gran mujer que se movía nerviosa frente a sus ojos.

- ¿Está bien si me acerco? - Preguntó el rubio, notando que sólo tres pasos lo separaban de la chica. Tres pasos y, podría sentir la suave piel de Ciara bajo la punta de sus dedos.

Por otro lado, Ciara había perdido el control absoluto sobre sus acciones. Su cuerpo se ponía rígido por momentos, su cerebro no daba señales de querer funcionar y, su corazón latía furioso por tantas cosas vividas. Parpadeó dos veces, antes de asentir a las palabras de Roger.

Dos pasos; Las manos de Roger sudaban y, su mente no paraba de recordarle lo hermosa que se veía la chica.

Un paso; Ciara se sintió morir, el joven rubio se acercó mostrándole una cálida sonrisa, diciéndole con ella que, no importaba cuál sea la razón del porqué se encontraba ahí. Él no la juzgaría.

Frente a frente; Respiraciones pesadas y sentimientos balanceándose en el borde de un precipicio. Nadie decía nada, sólo había miradas de por medio, miradas cargadas de angustia y humillacion. Miradas de comprensión y de algo que a Roger aún no lo dejaba dormir tranquilo por las noches.

Miradas que se cortaron, cuándo los brazos del rubio se envolvieron en el cuerpo de la joven.

Fundiéndose en el pecho del chico, sintió como se le aflojaban las piernas, sintió cómo se le aflojaba el corazón. Esforzándose por tragar sus lágrimas, dijo:

- No quiero que te alejes. - Haciendo referencia a las últimas palabras dirigidas al rubio, la noche que se fue. - Por favor, olvida lo que dije, y no te alejes de mi. -

- Ahora todo está bien. -

Fuera de aquella habitación nada estaba bien. Pero, dentro de ella, dos almas se habían vuelto a juntar, fundiéndose en un cálido abrazo repleto de pureza.

- Puedo explicarlo. - Susurró la chica, mientras se alejaba tan solo unos centímetros, para poder perder su mirada en aquel mar de cristales azules.

Una negación y un beso en la frente fue todo lo que recibió por parte de Roger. Sin presiones, sin forzar una charla que todavía no tenía lugar. Él había entendido todo. Había entendido todo a tal punto que, no preguntó por las marcas de los golpes que salpicaban el cuerpo de Ciara. Salpicaduras que habían sacudido el alma del chico, culpándose por no ir a buscarla. Nunca lo dijo, y Ciara jamás se enteró que, un pedacito del corazón de Roger murió cuándo vió aquellas marcas recientes.

- Habláremos después. Ahora, vamos a casa, una taza de té nos está esperando. - Su invitación fue la señal de que todo estaba en el pasado. Haciendo que la conciencia de la chica se sienta tranquila y agradecida, por el comportamiento dulce que él tenía en un momento así.

- Tengo que hablar con Ryan primero. -

- Que se vaya a la mierda. - Murmuró, para luego entrelazar su mano con la de Ciara.

Manos entrelazadas y pasos rápidos. Sonrisas silenciosas perdidas en la oscuridad del frío cuarto, lleno de recuerdos y esperanzas muertas. Los dos joven caminaban con rapidez por el pasillo del prostíbulo, con intenciones de pasar desapercibidos, sintiéndose dos adolescentes haciendo la rebeldía más grande de sus vidas.

El sol brillaba alto y fuerte, sobre los dos jóvenes que habían logrado su escape con éxito, siendo éste el único testigo de lo ocurrido, siendo el único testigo de aquellas miradas traviesas que se perdían entre el cielo azul y, volaban a través de las hojas verdes de los árboles.

- Señorita. - Roger abrió la puerta del auto, otorgándole una reverencia a quién sería su compañera de viaje. Ciara rió por lo estúpidamente lindo que se vió actuando de aquella manera. Aceptó su mano, la cuál en un acto de caballerosidad la ayudo a subir.

Su tacto y su presencia, hicieron que la mente de la chica vagara por sus recuerdos enmarañados, llevándola a uno que, recién a sus veinte años logró comprender su verdadero significado.

- Las mejores personas llegan sin buscarlas. - Le confirmaba una mujer a otra, en un café ubicado en Buenos Aires. La pequeña Ciara de tan sólo diez años, había entendido la frase, pero no el verdadero significado que ella escondía.

Sólo bastó con ver los cabellos rubios de Roger sacudirse con el viento, para que entendiera que su persona ya había llegado. Y ella tenía miedo. Miedo de ser la causante de algún mal en la vida del chico.

- Brian se pondrá feliz cuándo te vea.- El comentario la saco de su pequeño transe. - Y Freddie, ¡Oh mierda! Freddie es capaz de llorar cuándo se trata de ti. - Roger desviaba su mirada de la carretera para observar el rostro de la chica, el cuál se encontraba más relajado. - Y yo... yo estoy muy feliz de que estés aquí. - La chica sintió como una pared volvía a caer en su interior, sin embargo, no quería demostrar lo bien que se sintió al escuchar salir esas palabras de la boca de Roger.

- Solo estuve fuera un par de días, estás exagerando. - Rió, haciendo que Roger torciera los labios, regalándole una amplia visión de sus dientes.

- ¡Claro que no! - Su tono ofendido endulzó los oídos de Ciara, ya que, no había tenido la oportunidad de escucharlo hablar en ese tono. Su voz salió de una forma chillona, logrando que Ciara quiera provocarlo siempre para volver a escuchar su voz de esa manera. - Con Brian nos cansamos de ver nuestra cara, en verdad te extrañamos. ¿Ésta vez si te quedarás?- Preguntó esperanzado.

- Sí, me quedaré. -

- ¿Lo prometes? -

- Lo prometo. -

Ninguno de los dos se refería a la estadía de Ciara en la casa, pero eran muy orgullosos para aceptarlo y detenerse a leer las pequeñas letras que estaban escritas detrás de aquellas dos simples palabras.
Dentro de aquel auto, la agonía y la esperanza se unieron de una forma silenciosa, creando un pacto ciego.

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Holaaaa, perdón, tendría que haber actualizado hace un par de días atrás.

De todas formas, quede muy contenta con este capítulo, qsy.

¿Qué les parece la historia?
Bueno nada lxs adoro ✨

Hold On (Roger Taylor) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora