Teen Wolf One Shots

65 | Derek Hale

Mis dedos trenzan aquel cabello negro como la noche, su cabeza se ladea de un lado a otro complicando mi tarea.

¿Cómo es que Kelsey tiene energía hasta cuando no duerme hace veinte horas?

—¿Listo mami? —pregunta con su voz extremadamente suave y tierna.

—No, linda. Y si te sigues moviendo tendré que empezar de cero —respondo con cansancio.

Era de tener paciencia con los niños, y más aún con mis hijos, pero el hecho de estar un día sin poder dormir más de treinta minutos estaba poniendo en jaque mi estabilidad mental.

¿Dónde demonios se metió Derek?

Él, Scott y Stiles habían ido a revisar un deposito abandonado a las afueras de Beacon donde supuestamente Liam había visto a varios hombres lobos rondar sin rumbo. Hace más de un día que se fueron, he tenido contacto con ellos y por esa razón se que están bien, pero el hecho de que los hijos de ambos chicos estén en mi casa... sinceramente no pensé que la situación me sobrepasaría.

Y se preguntarán ¿por qué cuidas a los hijos de tus amigos? Bueno, por la simple razón de que Lydia y Alisson están junto a Kira y el señor Argent recorriendo México en busca de una manada de omegas que está causando descontrol y la mayoría de cazadores los asocian con el verdadero alfa.

Enero se había convertido en un mes muy movido.

—¡Mamáaaa!

Cierro los ojos y largo un suspiro. Pasos apurados suenan desde el pasillo y en menos de un segundo la puerta de mi habitación se abre de un fuerte golpe chocando contra la pared.

—Despacio, Balderik.

—¡Mamá, mamá!

—¿Qué sucede ahora?

—¡Luke se cortó y hay mucha, mucha sangre! —grita haciendo movimientos exagerados con sus manos. Jacob asiente con rapidez, ambos me toman de las manos y tiran de mí para que me levante de la silla.

Camino por el pasillo siendo arrastrada por dos niños completamente exagerados, Kelsey va detrás mío jugando con su muñeca, ajena a los gritos histéricos de su hermano y amigo.

Cuando llego a la sala diviso a Luke sentado en el sofá, tiene su mano tapada con una pequeña toalla, sus ojitos están llenos de lagrimas y tiene la cabeza gacha.

—Déjame ver cariño. —Tomo  asiento a su lado y extendiendo mis manos hacia él.

—Me duele mucho —dice con la voz entrecortada.

Dios, dame una dosis extra de paciencia. Ten piedad en mí.

—Cariño... No tienes nada.

—¿Qué? —Confundido, mira fijamente el dorso de su mano derecha, completamente intacta—. ¡Oh que bien! ¡Sigamos jugando!

Los tres niños salen corriendo entre risas hasta la habitación de Balderik, como si nada hubiera pasado; en cambio, mi pequeña se recuesta a mi lado y apoya su cabeza en mis piernas, una clara invitación a que le haga caricias en su rostro.

Kelsey y Balderik eran mellizos, tenían siete años y eran la clara imagen de su padre. Ambos tenían ojos claros y cabello oscuro, eran como ver fotos de Derek de bebé, completamente adorables. Kelsey era un poco más parecida a mí en personalidad, era divertida pero solía aburrirse rápidamente de las cosas, era la nena de papá, la luz de los ojos de Derek. Si Kelsey quería algo solo le bastaba con hacer ojitos a su padre para que él se lo comprara, a veces discutía con él por el hecho de que suele consentirla mucho. Y luego estaba Balderik, mi pequeño hombrecito; amaba que se pareciera tanto a Derek, tenía un carácter fuerte y para solo tener siete años era muy seguro de si mismo. Ambos eran la luz de mis ojos, los amaba con todo mi corazón.