PRÓLOGO

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—¡Te odio con cada maldita parte de mi cuerpo!

—¡Cállate y escúchame!

Se acercó a mi tratando de tocarme, pero lo empujé.

—¿Cómo pudiste? —las lágrimas no dejaban de salir.

—Tarde o temprano iba a pasar—se encogió de hombros—y yo solo me adelante.

—Jamás te lo voy a perdonar—me acerqué a él y empecé a golpear su pecho.

Cada golpe no sabía si lo merecía o quizá yo los necesitaba.

Sentía rabia, enojo, tristeza, por alguien que no valía la pena.

—¡Ya basta! —me tomó las muñecas—. Es una pena que vivas en un puto mundo donde existen las casas de flores, gente de galleta, arcoíris y unicornios—me solté de el—y aun no entiendas que la vida no es así—sus ojos empezaron a ponerse en llamas otra vez—. Todo mundo peca, hace cosas malas, que solo nos satisfacen a mis hermanos y a mí—su respiración se agitó.

No dejaba de llorar, incluso cuando salí del cuarto y me dirigí a donde todos se me quedaron viendo.

Salí lo más rápido que pude antes de que preguntaran que había pasado

Jamás le iba a perdonar esto.

Superó todas las demás cosas que ya había hecho.

Pero había algo aún peor.

A pesar de todo eso.

Solo me confirmó una cosa su actitud.

Y me enfermó tanto, el saber que me gustó que matara por mi.

Porque eso querría decir, que yo estaba más enamorada de lo que pensé.

Malditos pecados.

...

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LOS 7 PECADOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora