CAPITULO 7

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LA LISTA

Una vez Journey dijo que nunca dejáramos de creer y bueno, yo no dejaba de creer que un boleto Alemania costara casi los 500 dólares.

Estaba en una cafetería comiendo una hamburguesa en mi soledad mientras revisaba el folleto que fui a conseguir al aeropuerto para saber los precios de los vuelos. Ya no quería estar aquí, todo esto se me estaba saliendo de las manos y lo había pensado bien, la única forma de salir libre sin que afectara alguien, era yéndome.

Enfrente de mi tenía otra hamburguesa que era mucho más grande y con papas extra junto con un refresco jumbo. Claramente era de la persona que estaba esperando, pero era fatal en la puntualidad.

Conté mi dinero y al parecer tenía suficiente como para poder mantenerme yo misma en Europa, el problema sería mi familia, porque estaba segura que ellos me buscarían hasta encontrarme.

O al menos una persona en específico.

La campanilla del local sonó y volteé viendo como caminaba con pereza Mariano, mientras buscaba el lugar donde estaba. La gente lo veía raro y parecía que lo quisieran sacar de ahí por su vestimenta y... Su olor.

Levanté mi mano para que me viera y con una sonrisa algo perturbadora caminó hacia mí.

—¡Mi Donnita de chocolate! —levanté de mi lugar y me abrazó como cada que nos veíamos.

Marcus y él, eran de las pocas personas que dejaba que me tocaran.

Yo le regresé su abrazo y se separó para sentarse enfrente mío.

—¿Qué tal tu mañana? —le pregunté y agarré una papa frita.

—En los 15 minutos que recorrí para llegar hasta aquí, fingí que era ciego y me gané 50 dólares.

Negué con la cabeza y ocultaba una falsa sonrisa. No le iba a quitar puntos a su ingenio.

—Tú sigues suspendida?

—Sí, mis padres piensan que estoy en la escuela.

—Creí que los habían llamado—me comentó mientras se metía un puñado de papas a la boca.

—Si los llamaron, pero el día que salí de casa ellos jamás llegaron, entonces no contestó nadie y piensan que estoy en la escuela.

—Ya que hablamos del día que te suspendieron—le dio una gran mordida a la hamburguesa—¿Quién era el tipo de la camioneta que te trajo?

—No sé de quién hablas.

—No te hagas la loca conmigo, mi chica alemana.

Me mordí el labio por la frustración de hablar o no.

No le dije nada a Marcus por miedo si le podrían hacer algo, pero Mariano era... Mariano, y sé que si podía confiar en el vagabundo que fingía ser ciego para que le dieran limosna.

—Bueno, digamos que trabajo para él.

—Me alegra saber que te libraste de trabajar para tu familia.

—No, no me libré, solo es un trabajo extra, porque yo...

Le sonreí un poco nerviosa.

—¿Por qué tú? —le dio otra mordida a su hamburguesa llenándose la barba de migajas.

—Porque yo descubrí quienes son los asesinos del Sr. Bunsen y ellos forman parte de esas personas y ahora para que no maten ni a mi familia ni a mi tengo que trabajar para ellos—hablé tan rápido que se me secó la garganta. Tomé mi soda y le di un gran trago.

LOS 7 PECADOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora