LOS 7 PECADOS

CAPITULO 12

ES ELLA

LUGUR

—Isrál te va a matar.

Miré a Galu que vestía de negro al igual que yo y solo negó mientras se comía unas galletas de chocolate con chispas y más chocolate.

—No es de su incumbencia mi vida ni lo que haga con ella.

—Tienes un punto—Pierce se metió entre los 2 aunque iba en el asiento trasero—. Pero si realmente se trata del pergamino, si es un tema de familia.

—Ya les dije que no es ella, es muy sencilla y aniñada.

—Deja de decir eso por una jodida mierda—el barbón me golpeó con su puño en mi pene—. Eso dice mucho, si se te para con ella, no la ves como una niña.

—No la veo así, solo actúa de esa forma. Inocente.

—Pura basura sale de tu boca—Pierce regresó a su asiento trasero—. Ella te atrae de manera sexual y por eso te vas a enrollar con ella.

—Solo serán resbalones.

—¿Apostamos a que pasa otra cosa? —Galu se volteó y le tendió la mano a Pierce.

—Apostamos—estrecharon la mano.

No pude evitar soltar una risa burlona por su estupidez.

—Están mal si creen que pasara algo entre ella y yo, que implique más de que sexo.

—No perdemos nada—ambos se encogieron de hombros.

Solo blanqueé los ojos y seguí con mi transcurso a la iglesia, lugar donde estaba la familia de Donna.    

Después de haber asesinado a su hermano, horas antes había hecho la compra de los talleres de la familia de ella. Cuando algo me pertenecía todo a su alrededor lo hacía, incluso la más mínima cosa.

No esperaré unas gracias de su parte, ni mucho menos un me salvaste, pero como soy el nuevo dueño de los talleres Walkers, fui invitado a la misa del hermano. Solo perderé el tiempo, pero el saber que un cuerpo para excitarme, con pecas, de menos 1.70, castaña y con largas pestañas estaría aquí, me daban ganas de quedarme... y enseñarle lugares de una iglesia que no conocía.

Aparqué la camioneta frente a la puerta de la iglesia y escuché chillar a Galu.

—Nos vamos a quemar apenas entremos.

—¿Ustedes se van a quemar? —Pierce se puse sus lentes y bufó—. En cuanto yo ponga un pie ahí adentro, me haré pólvora por culpa de Titiana.

—En eso tienes razón—abrí la puerta—. Te vas a morir en cuanto entres, y todo por una mujer.

—Justo ahora eres el menos indicado para hablar de eso—salimos los 3 de la camioneta.

La puerta de la iglesia estaba cerrada, así que la abrí dejando que la atención estuviera para nosotros 3. Todos estaban callados y nos observaban mientras pasábamos por el camino hasta llegar a los asientos donde visualicé a Made.

—Aún siguen vivos—soltó una risita.

—Ya quisieras mi muerte—mascullé y la miré para que se callara.

Observé cómo la gente tenía su atención en nosotros y murmurando algunas cosas, pero mi vista fue a la prima fila donde observé unos rizos revueltos y una mirada inocente viéndome con su ceño fruncido.

Vestía con un pequeño vestido negro que me dan ganas de arrancárselo y empotrarla contra el confesionario.

Escúchame Dios, porque haré que una de tus hijas peque conmigo.