CAPITULO 4

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LA DISCO

Me miré en el espejo y traté de bajarme mi falda lo más que pude.

Estaba hecha un asco por las horas en el taller, pero Marcus me había pedido que lo acompañara a la disco llamada "El rey", al parecer era una disco exclusiva y no podía entrar cualquiera.

Pero parecía que nosotros si podíamos entrar porque mi querido amigo, tendría un encuentro con la maestra de cálculo en ese lugar y según él me dijo, ella acudía mucho a ese sitio.

Quería ir bien vestida porque era muy raro cuando me dejaban salir, por esa razón decidí usar una falda de cuero negra tipo tubo que me llegaba unos dedos arriba de la rodilla, también me puse una camisa blanca de hombreras y fajada, era de manga larga, para terminar con unas arracadas y unas botas negras.

Mi cabello me lo decidí dejar con mis rizos naturales al igual que mi fleco, así que solo tomé el spray y lo eché rápido en mi cabello para que no se me esponjara mucho si es que llegaba a bailar.

—¡Donna! —escuché el grito de Nate—¡Marcus ya llegó por ti hermanita!

Inflé mis cachetes y solté el aire mientras me encaminaba a la sala del departamento.

Mi madre y mi padre estaban cenando en la sala con mi hermano y los 3 se me quedaron viendo en cuanto aparecí.

Mi madre me sonrío, mientras que mi hermano me vio con las cejas alzadas y con cara de asco, lo que no me sorprendió porque esa era la cara que ocupaba siempre

Mi padre estaba serio y solo me miró de arriba abajo una y otra, hasta que esa sonrisa que me aterraba, tiró de sus labios.

—Quien diría que mi niña, ya es toda una mujer—el tono burlón era muy claro.

—¿Así te vas a ir al arcade? —preguntó Nate.

—No tiene nada de malo que Donna se quiera ir así—le respondió mamá logrando que mi padre se pusiera de pie.

—Antes de la una de la mañana la quiero aquí-le ordenó a Marcus.

—No se preocupe señor, la traeré bien—le sonrió con falsedad.

—Ya no se deben preocupar—me acerqué y con un cosquilleo en el estómago besé la mejilla a mi papá.

El pareció calmarse, pues me sonrió y me tensé un poco cuando se despidió de igual manera de mí.

—Bueno ya me voy—jalé a Marcus a la salida y me despedí con la mano de todos.

Bajamos las escaleras del edificio y al llegar a la salida vi que traía su motocicleta.

—No me voy a subir ahí—me detuve.

—¿Por qué? Ya te subiste más de una vez.

—Pero antes no traía falda-me crucé de brazos.

—Pues te vas a subir, porque es el único transporte.

Bueno y ¿este quien se cree?

Abrió el pequeño maletero y de ahí sacó su chamarra de mezclilla que combinaba con su atuendo.

Llevaba una playera blanca con el símbolo de paz y unos pantalones de la misma tela de la chamarra y para el extraño gusto de Marcus, se veía genial.

Lo único que se veía de espanto, era su cabello, se había puesto mucho gel o spray que le brillaba demasiado, y estaba segura que su cabello estaba tan duro que no necesitaría casco.

Me entregó su chamarra y le fruncí el ceño.

—Te la pondrás en las piernas, así ya no se te ve nada.

LOS 7 PECADOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora