CAPITULO 16

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EL PROBLEMA

Me desperté cuando sentí como me estaba doliendo mucho el pecho, como presiones.

—¡Aguanta, Donna! —era Marcus—¡1, 2, 3!

Me estaba haciendo maniobra de resucitación.

—Marcus—jadeé porque me estaba lastimando el pecho, no me había ahogado para que hiciera esas maniobras.

—¡Ay estas despierta! —me abrazó —No sabía qué hacer y en las clases de primeros auxilios solo nos enseñan esto.

Me traté de levantar, pero no pude, me sentía noqueada.

—¿Qué me pasó? —me tallé la nuca.

—Bueno, pues yo venía a verte porque quería contarte algo, pero cuando iba a tocar tu puerta se escuchó un golpe muy fuerte, así que fui a buscar a Mariano que estaba fuera de tu edificio y cuando vino, forzó la chapa y entramos y estabas tirada.

Por inercia miré la caja de cartón que seguía en el sofá.

—Eso—la señalé.

—Oh si—la agarró —estaba abierta cuando llegué—le quitó la tapa.

—¡No la abras!

No me hizo caso y sacó... unas sandias.

—¿Le tienes fobia a las sandias? —agarró una.

—¿Qué? Eso no tenía sandias cuando yo la abrí.

—Pues las tenía cuando yo entré y miré.

Le quité la caja y eran lo único que había, pero la carta seguía en el sillón.

—¿Dónde está Mariano?

—Fue a comprarte comida, no hay nada en tu casa para comer.

—Mierda, yo debía pasar por la despensa.

Ya un poco más calmada me volví a poner de pie, pero el olor horrible y penetrante no se iba.

—Huele asqueroso—me senté en el sofá.

—No huele a nada—respondió Marcus sentándose junto a mí.

Discretamente tomé la carta que estaba cerca del brazo del sofá y la guardé en mi bolsillo.

—¿Por qué te mandan sandias en cajas?

—Seguro fue una broma de halloween—esperaba que fuera eso.

—Pues que broma tan más ridícula.

Mariano entró al departamento corriendo y con una bolsa de galletas.

—¡Ya llegué! —estaba agitado—. No pude robar nada, así que tomé de mis ahorros y te compré esto—me tendió la comida.

—No necesito comer, estoy bien.

—Seguro te desmayaste por falta de alimento.

—En serio, estoy...

—No digas nada—Mariano sacó una galleta y me la metió en la boca—. Come y cállate.

No me quedó de otra que obedecer su orden y en la calle escuché como el claxon de un auto estaba haciendo ruido.

—Ya llegó —dijo Marcus.

—¿Quién llegó? —estaba un poco aturdida.

—La novia de Marcus—me aclaró Mariano—. La llamó luego de que te desmayaste y dijo que vendría por nosotros, porque su hermano es doctor y te podría ayudar, no queríamos llevarte a un hospital por tus padres.

LOS 7 PECADOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora