LOS 7 PECADOS

CAPITULO 32

OPORTUNIDAD

Agarró con fuerza mi cabeza y la tomó con sus manos, llevándola a su rodilla.

El impacto me hizo rebotar al suelo y mi boca se estrelló con el piso. Elijah me volvió a jalar de cabello y me hizo arquear mi cabeza.

—¿Seguimos jugando Donna? — me lamió la mejilla.

Me aventó al suelo, y yo ya no tenía fuerzas, no sabía de donde podía al menos hablar.

Avarí puso su zapato en mi cara y la aplastaba, mientras se agachaba y con sus manos me abría la boca.

—Repitamos lo que te pasó—solté un chillido cuando presionó más— ¿Cómo moriste Donna?

—No sé— respondí jadeando.

No quería recordar cómo había muerto, a duras penas entendía... que estaba muerta.

Y que él no vendría por mí, que me odiaba, que me traicionó y que le daba asco, solo me hacía sentirme peor. Nada de lo que pasamos él y yo había sido real, nunca... sintió algo y no me ayudaría, y siendo honesta, la muerte de mi alma era algo muy tentador.

—¿No sabes? Bien.

Dejó de pisar mi cara, me jaló de la pierna y me arrojó a una esquina de la celda en donde estaba.

Me senté rápidamente, y vi como salió la pelinegra. Me lleve mis rasposas rodillas al pecho para evitar que me siguieran viendo desnuda y Avari se puso de cuclillas sonriéndome.

—¿Por qué hacen esto? ¿Por qué a mí? —pregunté con la voz cortada.

Ya no sentía un gran porcentaje de mi cuerpo y era, porque tenía mis huesos rotos, al menos aun tenía las cuerdas vocales.

Hice una mueca cuando me tomó la nariz, tenía roto mi tabique.

—Ningún demonio puede ser inservible. Cuando supe que eras el alma de Lugur, hice un pequeño favor, era que te enamoraras de mí, que solo tuvieras ojos para mí y así lograr que Lugur no fuera débil. Cualquier demonio que sea débil, vulnerable o no tenga fuerzas, es tachado como una burla y nadie lo toma en serio, y yo no quería que Lugur humillara la reputación de los pecados ¿Tienes una idea de lo que es ser respetado aquí? No y déjame decirte que nuestro respeto se iría en cuanto tú y él juntaran sus almas, cosa que ya no pasará. Nunca sentí nada por ti, solo fingí para salvar nuestra reputación y no quería que llegáramos a este punto, pero bueno, ya viste que pasó todo lo contrario.

—Eso casi no tiene sentido.

—De esa forma no, pero ya te contaré la historia larga, más tarde, estarás aquí ya de por vida así que no te preocupes.

Pasé saliva. Si quizá yo no me hubiera figado en Lugur, nada de esto habría pasado.

Elijah volvió a entrar muy sonriente, pero era con una vara, que tenía un color rojizo y anaranjado en la punta, como si hubiera puesto en el...

Mierda.

—Una de las mayores torturas aquí, es que la gente admita como murió—mencionó Elijah sin dejar la vara—. No lo hiciste por las buenas, ahora es por las malas.

—¡No! ¡Basta, les diré como! ¡les diré!

Pero no me hicieron caso, Avarí abrió mis piernas dejándome expuesta completamente, Elijah empezó acercar esa horrible vara que me dejaría una marca. Grité con fuerza cuando hizo contacto en mi monte de venus, lo presionó, logrando que me ardiera la piel.

Me removí con dolor, pero Avari se estiró y me tomó de las manos, pues tenía unas cadenas que las amarró en unas argollas que había en la pared. Dejó mis brazos arriba, mi espalda pegada en la pared y mis piernas estaba abiertas.