CAPITULO 44

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RETROCESO

LUGUR

Un golpe en la cara me hizo despertar desorientado. Me quité y bostecé estirando mis brazos, cuando lentamente abrí mis ojos encontrando a Kate, April, Made, Div y Mariano en mi habitación.

Mientras yo estaba desnudo.

Que imprudencia.

—¿Se les ofrece algo? —cuestioné pasando las manos por detrás de mi cabeza, sin nada que me tapara.

No fue hasta que hice ese movimiento que noté vacía la cama, así que giré mi cabeza y encontré solo el lugar donde debería estar Donna. Mi pulso se aceleró y la idea de que ella me utilizara solo para follarla y luego irse...

No, Donna nunca haría eso, ella no era así.

—¿Por qué estas desnudo y la ropa de mujer en el suelo? —el grito de Kate solo me hizo reaccionar.

Me senté en la orilla y busqué mi ropa.

Tampoco estaba.

—¡Respóndeme Lujuria!

—¡Cállate! —me puse de pie y caminé a mi armario.

Div interfirió en mi camino tomándome del brazo y frenándome.

—No le hables así a Kate.

—No me digas que hacer y que no—giré mi vista a los demás—¿Dónde esta Donna?

—Si supiera no estaría aquí, idiota—respondió la tía.

Me zafé de Div y me dirigí a tomar una playera sin mangas y un pantalón de chándal negro.

—Su único puto trabajo es cuidarla y no pueden ni siquiera hacer eso.

—Ya no hay demonios—defendió Mad—, tenemos que estar haciendo rondas, vigilar, surtirnos y más cosas. No somos unos putos pulpos.

—¿Tu no pudiste ver a donde mierda se fue? —me dirigí al vagabundo.

—Que sea una especie rara de fantasma, no significa que deba estar al pendiente de todo.

Blanqueé los ojos y me puse unos tenis rápidamente.

—Son unos pedazos de mierda todos. No puedo creer que no vieran a donde se fue.

—Puedo elaborar un hechizo de localización, solo...

Mandé a callar a April y tomé las llaves de mi camioneta.

—Yo la buscaré, no necesito de su ayuda. Suficiente hicieron con no tenerla vigilada.

—Eso no hubiera pasado si no te la hubieras elegido —me reprendió Kate—. Está en una mala condición y tú te aprovechaste de ella.

Antes de irme, tomé del cabello al arcángel y tiré de este hasta pegarla a la pared. Div se alarmó y cuando me quiso apartar, lo detuve con mi mano libre.

—Ella fue la que se desnudó, ella fue la que se me montó y me pidió que le hiciera el amor. No sé por qué crees que la tierna e indefensa Donna aún existe.

Ella se alejó y me miró muy molesta. Yo salí de mi habitación, no sin antes agarrar una chamarra de pluma de ganso.

Al bajar las escaleras, todavía seguían los gritos de todos y Kate no dejaba de señalarme que había sido culpa mí el que Donna no estaba.

La mataría, estaba a nada de cortarle la jodida garganta.

Pero mi atención la acaparó Isral, que estaba tumbado en el sofá con Galleta. La Ira, tenía una botella de vodka en la mano y un puro en la otra, intercalándose.

LOS 7 PECADOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora