11.

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Tres días llevábamos en marcha. Habíamos ido refugiandonos en cabañas o casas que encontrábamos en el camino para pasar la noche. En una de ellas incluso habíamos encontrado un pequeño hornillo de gas y unas latas que no habían caducado.
Melissa se había acostumbrado a caminar.
Según me había contado, había vivido muy poco tiempo fuera de la Comunidad. No vivía muy lejos de aquel pueblo y no tardaron en ir allí. También me contó que iba a tener un hermano o hermana. Aquello me había dejado sin palabras. Una mujer embarazada en medio de aquel caos...
No habíamos hablado de lo que había ocurrido en la Comunidad.
Melissa casi no lo sabía. Sólo que habían entrado unas bestias y que la Comunidad ya no era segura.
Ulric no había contado nada de lo que él había vivido. No me había hablado mucho. Solo lo justo para poder organizarnos. Con Melissa tenía una bonita relación. Se conocían bien y parecían confiar el uno en el otro, pues por la noche, la niña siempre se echaba a dormir a su lado.
Ulric parecía empeorar. No sabía que le pasaba. Cada vez que le preguntaba si estaba bien contestaba un simple si. A veces veía como le costaba respirar y otras, cuando tenía que cargar alguna mochila, o a Melissa, su rostro se contorneaba en un gesto de dolor.
El sol estaba cada vez más cerca de ponerse y nosotros andábamos con prisa hasta una granja.
Ya la veíamos al fondo del camino. Era una escena pintoresca, parecía sacada de un cuadro. Una granja en la cima de una colina, rodeada por campos de hierba que en su tiempo serían cosecha de cereal.
Melissa andaba detrás de mí, agarrada a una correa de mi mochila. Yo mantenía mi rifle preparado para cualquier peligro, y Ulric caminaba el último, también armado y vigilante.
-Es bonito. Hay flores.
-Mañana saldremos a recoger. - dijo Ulric.
Sonreí un poco, sabiendo que ninguno podía verme.
Por más que quería, no podía dejar de empezar a sentir cariño por Melissa. La niña era adorable y dulce. Prácticamente era lo que nos hacía mantener la sonrisa.
Subimos las escaleras del porche de la casa y abrí despacio.
Sentí a Melissa pegarse a mi.
Comprobé que la cocina estuviera vacía.
-Quedaos ahí.
-Nora, no...
Levante la mano para que no siguiera.
También había notado aquello. Ulric era increíblemente protector.
Al entrar golpee un cazo que había en el suelo y espere.
Alguien de mi primer grupo, seguramente Martha, me había enseñado aquel truco. Las bestias despertaban ante cualquier sonido.
Al ver que no pasaba nada, les hice un gesto para que entraran.
-Vamos a bloquear las entradas y a buscar alguna habitación segura. - dije.
Ulric sabía que yo tenía más experiencia en esto y me dejaba organizarlo. Él llevaba casi dos años en la Comunidad y casi no había viajado antes.
-Puedo ayudar? - dijo Melissa.
-Si, claro.
Observe mientras arreglabamos la casa para pasar la noche.
Cuando tenía que hacer movimientos bruscos, Ulric fruncida el ceño o mordia sus labios.
Estaba segura de que estaba herido.
-Chicos, hay una habitación aquí.
La habitación estaba abierta, pero preparada para que no entraran las bestias. Las ventanas estaban bloqueadas y la puerta tenía pestillos.
Los vi subir por las escaleras.
-Vaya. Alguien se escondió aquí.
Había una cama y una colchoneta en el suelo, una pequeña mesa, un boquitin vacío y una vieja nevera que no funcionaba.
-Si. Y mucho tiempo. - dije viendo las rejas de la ventana. - Voy a preparar algo de cenar.
-Puedo ayudarte? - Melissa tiró de mi mano.
-Claro que si. - dije sonriendo.

Después del Fin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora