12.

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-Casi esta, Nora.
Mire a la niña, que daba vueltas a una lata encima del hornillo.
-Cuenta hasta tres y lo apagas. Voy a llamar a Ulric.
Ulric había dicho que iba a limpiarse antes de cenar.
Salí de la habitación, pero dejé la puerta abierta por si Melissa necesitaba algo.
Lo encontré en el cuarto de baño, podía verlo por una ranura en la puerta.
Vi su cabello negro haciendo rizos en su nuca; una espalda ancha y musculosa; unos brazos grandes y fuertes; un abdomen definido; y... Un enorme hematoma en su costado.
-Ulric. - abrí la puerta de golpe, haciendo que se asustara.
-Mierda, podrías haber llamado.
No le hice caso, antes de darme cuenta estaba examinando aquel moratón. Tenía mala pinta y estaba segura que era lo que le había hecho ir empeorando con los días.
Pasé mis dedos despacio por su piel, sintiendo como había algo de inflamación.
-Ulric, por qué no has dicho nada? Podrías habernos puesto en peligro. Estas débil y...
Levante la vista, dándome cuenta de lo cerca que estábamos. Él me miraba a través del espejo. Tenía la respiración algo alterada y el ceño fruncido.
-Ulric...
-No es seguro estar mucho tiempo ahí fuera. Cuanto antes lleguemos a esa Zona Segura, mejor. Y más con Melissa...
-No tiene buena pinta. No podemos seguir así. No estás bien. Me he dado cuenta. Te cansas y no puedes respirar y...
Quitó mi mano de su costado y se apoyó en el lavabo.
Tome aire.
Parecía molesto
No tenía buena cara. Tenía ojeras marcadas y el rostro pálido.
-Nos quedaremos unos días aquí. Hasta que estés mejor.
-Tenemos que seguir.
-No, no lo haremos.
Tenía esa sensación en el pecho. Lo había sentido ya antes. Era mucho más que preocupación. Tenía miedo. Miedo por que a Ulric le pasara algo.
-Déjame vendarte. Cuanto menos te muevas mejor.
-No hace falta. Estoy bien. Se me pasará, tengo crema.
-Ulric, por favor.
Cuando bajo la mirada hacia mi, sentí que se me paraba el corazón.
-Déjame ayudarte. - susurre.
-Chicos! La cena ya está.
-Ya vamos, Melissa. - dije girando mi cara.
Cerré los ojos un segundo, armando me de fuerza.
-Ulric, lo diré solo una vez. Y me da igual lo que digas. Nos vamos a quedar aquí, te voy a vendar y te vas a tumbar en esa cama asquerosa. Hasta que no estés mejor no nos iremos.
-No puedes...
-Si puedo. No voy a arriesgarme. No me voy a poner en peligro, ni a Melissa, porque tú seas un idiota testarudo. Lo que necesitamos ahora es que te mejores.
Ya no me miraba, tenía la mandíbula tensa y los dedos apretados en el lavabo.
Lo dejé ahí y fui a por el pequeño botiquín de viaje que tenía en mi mochila.
-Cuanto os queda?
-Poco. A Ulric le duele la espalda y voy a ponerle crema, en seguida venimos, vale?
Melissa asintió.
-Por qué se lo has dicho?
-No tiene nada de malo.
-No quería que lo supiera. No tiene porqué saberlo.
-Y cuando empiece a verte cada vez peor? Cuando no te puedas levantar, no la puedas llevar en brazos,... Que pensara?
No contesto.
Sabía que tal vez mi tono no había sido el más suave. Pero no entendía que pretendía con esto.
-Déjame que te ponga yo la crema.
No dijo nada. Antes de ponérsela frote mis manos para calentar la crema un poco, pero cuando entro en contacto con su piel, se extremeció.
Dolor. Sus ojos estaban cerrados, su frente arrugada y sus labios apretados.
Despacio, repartí la crema por su piel.
-Crees que puedas tener alguna costilla rota?
-No lo sé. Puede.
-Cómo pasó?
Cogí la venda y le pedí que sujetara el extremo mientras la envolvía alrededor de su torso.
-Me caí por las escaleras. Alguien me empujó y perdí el equilibrio.
Era la primera vez que hablaba sobre aquella noche.
Lo mire a través del espejo.
-Cómo fue?
Suspiró.
-Horrible.

Después del Fin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora