30.

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Salí de aquel callejón temblando.
Me sentía desorientada y asustada.
Había humo. Estaba oscuro. Martha ya no estaba a mi lado.
Ya no estaban esas bestias.
La explosión había matado algunas de ellas.
No la encontraba.
No veía a Alison por ninguna parte.
-Alison! - grite su nombre desesperada.
Daba tumbos en aquella calle, completamente perdida.
No veía a nadie. No veía a Martha.
No veía a Alison.
-Alison, donde estas?
Las lágrimas caían a mares por mis mejillas.
Era una cobarde. La había abandonado. Había corrido y la había dejado ahí.
Me quedé quieta, intentando distinguir algo a mi alrededor.
Nada.
Pero escuche un llanto. Un sollozo. Un quejido.
Mis sentidos se pusieron alerta y mis pies siguieron aquel sonido.
Ahí. A unos metros de mi, la encontré.
Supe al instante que todo había acabado.
La habían atrapado. La habían destrozado. La habían dejado abandonada a su suerte.
Caí de rodillas a su lado.
Me sentía perdida. No podía ser real. Aquello no estaba pasando.
Agarrada de su mano, la miraba entre lágrimas sin poder hablar. Tenía un nudo en la garganta que casi no me dejaba respirar.
Aquella imagen no saldría nunca de mi cabeza.
Sus labios se movían queriendo hablar. Pero las palabras no salían.
Entonces nuestros ojos se encontraron. Y me miró. Me miró unos segundos y después miró al cielo. Su vista se perdió. Su respiración se detuvo. Se apago. Se fue y me dejó ahí, en medio de todo aquel desastre.
-No. No, no, no, no. Alison. Alison, cariño, despierta. Alison. No te vayas. Perdoname. Alison! Alison. No...
Golpee aquel cuerpo sin vida, ensangrentado y destrozado.
-Alison, vuelve, por favor... No me dejes sola...
Pasaron las horas y el amanecer me encontró ahí, acostada en su pecho, manchada con su sangre y sin energías para moverme.
Estaba sola. La mujer de mi vida había muerto. Había muerto porque yo la había dejado. La había dejado sola. Y ahora era ella quien se había ido. Me la habían quitado.
No se como, pero me levante. Y me fui. La dejé ahí.
Arrastrando los pies por el asfalto, me aleje.
Pasé junto al cadáver de Martha y no me importó.
Me fui de ahí. No mire atrás, pero no levante cabeza.
Ese momento marcó un antes y un después en mi vida.
En medio de todo el caos todo podía ir siempre a peor.

Después del Fin. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora