Luces y sombras ✓

Capítulo 4

Capítulo dedicado a soytuyaputo✨

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Abigail

Abrí mis ojos para incorporarme, aún anonada miré a mi alrededor buscando entre la oscuridad de mi habitación. Mi mirada recorrió todo el lugar para darme cuenta de que el "algo" o más bien el "alguien" que buscaba no estaba.

—Fue un sueño, ¡Oh mi Dios! Soñé con Edward —pasé mis manos por mi cabello frustrada.

Al menos no fue un sueño húmedo.

Bueno soñé que lo iba a besar, ¿Eso cuenta como uno?

—¡Ay! —grité frustrada y acostándome otra vez y fijando la mirada en el techo.

Las imágenes se repetían una y otra vez en mi cabeza. Mis labios acercándose a sus carnosos y suaves labios, el azul grisáceo de sus ojos fijos en los míos, la cercanía de nuestros cuerpos, todo era tan real y lo deseaba tanto.

No, ¡Abigail despierta de una vez! recuerda que por muy muy guapo que sea sigue siendo un estúpido, arrogante, pretencioso y guapo, hermoso, de otro mundo y.... negué con mi cabeza e intenté retomar mi sueño.

Una hora después, luego de muchas vueltas en la cama, decidí que sería imposible volver a dormirme ya que unos penetrantes ojos de color índigo profanaron mi descanso cada vez que mis párpados se cerraban, así que cansada de la situación me levanté.

El reloj que reposaba en mi mesa de noche marcaba las 6:30 am, lo que indicaba que muy pronto los primeros rayos de sol bañarían mi habitación, así que sin más demora fui a tomar una ducha fría que aclarase mis pensamientos o más bien me hiciera olvidar la escena con aquel chico.

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Veinte minutos después terminé mi baño, pero aun así en mi mente prevalecían los recuerdos del intenso sueño.

Decidida a olvidar me vestí con ropa deportiva, luego de tomar los cascos y salí a correr por un par de horas.

La canción de Sia, Titanium, comenzó a sonar cuando empecé a correr y yo solo me concentré intentando poner mi mente en blanco y concentrarme en la canción.

Llegué a un parque que está a media hora de mi casa. El sol mostraba sus primeros rayos del día y algunos transeúntes caminaban por los alrededores, algunos dirigiéndose a sus trabajos y otros comenzaban la mañana como yo.

Me detuve a admirar la vista, el inicio del otoño mostraba sus características hojas en el suelo creando hermosos caminos. Imaginé lo que veían mis ojos en un lienzo y sonreí.

Me imagino a una chica y un chico caminando por el parque tomados de la mano, ella se ríe de algo que él ha dicho mientras él intenta besarla, como en mi sueño.

Cierro los ojos y bufo exasperada, ni cuando intento inspirarme para un cuadro se borra ese sueño de mi mente.

Me dispuse a volver a casa cuando choqué con una persona, caí sobre las hojas que reposaban en el piso del parque, que me sirvieron de cojín.

—Ay, lo siento ¿Estás bien? —una voz femenina resonó.

Levanté mi mirada, en cuento nuestros ojos colisionaron sentí un mareo recorrerme.

—¿Oye? ¿Me estás escuchando?

—Sí, lo siento. —me disculpé y me puse de pie con su ayuda.

Ya de pie pude mirar su rostro más de cerca. Y una extraña corriente me hizo parpadear. Un extraño sentimiento de semejanza me llenó el pecho. Es como si ya la conociera de antes.

—¿Segura? Puedo llamar a alguien y...

—No.... estoy bien.

Ella me sonrió antes de continuar caminando. Yo me quedé con la mente en blanco antes de verla desaparecer entre los árboles. Algo en mi mente hizo clic al entender porque se me asemeja a alguien que conozco. Y tenía razón.

Esa chica se parece a mi hermana.

No, es imposible. Mi mente está tan exhausta que está imaginando cosas.

Recordé que aún estaba en el parque, pero no sabía que hacer. Mi cabeza se convirtió en un lío al rememorar todo lo sucedido, esa chica me trajo recuerdos y no gratos.

No sé qué hacer.

Mi mente se quedó en blanco y me decidí por pintar, necesitaba poner mi mente en blanco y esa era la única forma.

Saqué un block de hojas blancas pequeño y un carboncillo, que siempre llevaba conmigo. No se sabe cuando va a llegar la inspiración.

—¿Qué dibujo? —pensé en voz alta, mirando a mi alrededor.

—¿Qué tal si me pintas a mí?

Esa voz.

Mi giré para comprobar mis sospechas.

—Hola gatita.

—Edward. —mi voz denotaba mi desagrado.

—¿No te alegras de verme?

No, ni un poco. Específicamente porque verlo me recuerda al sueño.

El karma no quiere que lo olvide.

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Desconocido

Una sonrisa se marcó en mi rostro al verlo aparecer. Lo vigilaba desde una distancia cercana, pero no visible para él.

Él piensa que puede huir de mí, parece que no me conoce. Ni yéndose al infierno podrá perderse de mi vista.

Se acercó sonriendo a una chica.

—Jefe, ya tengo al equipo en posición ¿Atacamos? —cuestionó uno de mis hombres esperando mi orden.

—No, aún no es el momento ¿No vez que está acompañado? —murmuré burlón—, no le jodamos la cita al pobre.

Mi mano derecha río junto a mí, cuando menos lo esperara lo atraparía por su mayor debilidad. Él no sabe en el peligro que acaba de meter a esa chica.

—Investiga hasta cuando respira la chica, acabo de encontrar tu debilidad pequeña rata.

Esperé un rato a que se despidiera de la chica y se alejaran, pero me cansé luego de un rato. Su conversación me trajo recuerdos de mi esposa y el padre de este estúpido, enojado tomé el teléfono desechable que anteriormente había comprado y le envié un mensaje:

«Pequeña rata, perdiste. Te encontré, así que prepárate para que me devuelvas todo lo que me debes y ni se te ocurra huir. Ya me cansé de jugar al gato y el ratón, para la próxima lo pagará la morena frente a ti y da la casualidad que tengo ganas de hacer lo mismo que tu padre hizo con mi esposa, nos vemos pronto.

Sr. A.»

—Prepárense para atacar en cuanto se separe de la chica —ordené furioso.

Hijo de perra me las va a pagar todas, vas a pagar por llevar ese maldito apellido.