Luces y sombras ✓

Extra 3

Dedicado a ArlethCoba❤️

Abigail

Primer mes

Ha pasado una semana desde el cumpleaños de Edward y ambos desbordamos de felicidad. Edward no me ha perdido de vista ni un segundo, anda preocupado hasta del aire. Cosa que entiendo perfecto.

—¡Gatita! —el grito de Edward me hace sobresaltar.

Estaba tan entretenida pintando que estaba obviando todo lo demás. Estos días he estado tan inspirada, al parecer por todas las emociones que he estado sintiendo.

—¡Estoy en el estudio! —le devuelvo el grito antes de seguir pintando.

Unos segundos después entra un Edward envainado en el pantalón de chándal que usa para dormir.

Después de enterarse de la llegada de lucecita, ambos decidimos que el viniera a vivir conmigo, desde entonces me despierta besando mi barriga y se duerme acariciándola. Ambas acciones me derriten el corazón ¿Podría ser más lindo?

—No seas tan paranoico, no voy a salir huyendo. —le digo devolviendo mi mirada a la pintura sin terminar.

—Solo me preocupo. —exclama con un tono dolido que hace que mis ojos se cristalicen.

Hormonas haciendo acto de su presencia.
 
—Lo sé, cangurito.

Me acerco a él y dejo un rápido beso. Y antes de que se de cuenta ya he pasado el pincel con pintura gris, por su nariz.

—Así que quieres jugar, gatita. —levanta una ceja antes de acercarse a mi con otro pincel embarrado de la misma pintura.

Y se forma una guerra de pintura que nos deja a ambos sucios y jadeando, y no de la forma en la que todos querrían.

Nos quedamos en el suelo intentando recuperar el aire.

Edward se posiciona sobre mí
y deja un suave beso sobre mi nariz, sigue bajando desde mi cuello hasta mi estómago.

Cierro los ojos disfrutando de sus caricias pero lo hablo de golpe cuando siento algo frío contra la piel de mi barriga. Miro a Edward con un pincel, pintando algo que no puedo ver bien por su cuerpo, hasta que se retira.

Es un corazón.

Pintó un corazón de color gris, junto a nuestras iniciales. Tal vez no sea la pintura más elaborada del mundo y no tenga una técnica perfecta, pero para mi es la mejor obra de arte del mundo.

—¿Por qué lloras cariño? ¿Te lastimé? —su voz denota preocupación.

Niego repetitiva.

—Hormonas. —musito y el sonríe comprendiendo.

—Ven, vamos a darnos una ducha para quitarte toda esta pintura y así te mimo un poquito ¿Sí?

—Pero llegamos tarde. —le recuerdo.

Quedamos en ir con nuestros amigos y así darles la noticia del bebé.

—Qué esperen.

Y me levanta en brazos caminando en dirección al baño.

****

—¿Van a hablar ya, o tenemos que esperar a que nos salgan raíces? —se queja Jack sentado en un mueble.

—No seas desesperado, Jack. —lo molesto.

—Pues hablen ya.

—Les tenemos una noticia... —comienzo