Luces y sombras ✓

Capítulo 14

Abigail
 

Mi cuerpo se siente como si estuviera flotando entre nubes de algodón. Anoche dormí como hace mucho tiempo no hacía, me siento completamente descansada. Un aroma llega a mi nariz haciendo que se encoja por el olor agradable, no quiero levantarme de aquí. Estoy muy a gusto.  

Me acurrucó aún más al cuerpo que está a mi lado, está calentito y me siento muy cómoda a su lado, además…

Espera un momento... dije cuerpo.

Mis ojos se abren rápidamente y visualizo a mí al rededor, me encuentro en el hospital y a mi lado está dormitando el cuerpo de Edward.

 —Ahhhhhh —un grito sale de mi garganta sin poderlo evitar y del susto caí al suelo.

 —¿Qué pasó? —por la puerta entran mis amigos con un rostro de preocupación.

 —¿Por qué amanecí acostada contigo? —le preguntó a Edward, aunque sé muy bien lo que pasó.

Mientras le cantaba una canción me estaba adormeciendo, hasta que caímos ambos dormidos.

—¿Por qué voy a saber eso?, tú eres la que estabas acostada en mí cama. —hizo énfasis en las últimas dos palabras

 —Te dije que teníamos que haberle tirado una foto —regañó Aisha a Jack.

—No debíamos haber perdido esa oportunidad. —le secundó su hermano.

 —¡Jack! —lo miré fulminante—, así dices ser mi amigo.

 —Claro que lo soy, por eso mismo tengo que encontrar momentos así para avergonzarte, sino no sería un buen amigo.

 —Jack —le llamó Edward.

 —Dime Ed.

 ¿En qué momento estos dos se hicieron tan amigos?

 —¿Por qué dices que este fue un momento vergonzoso para ella? ¿Quién se avergonzaría de tenerme como esposo?

—Idiota —mascullé.

El Edward de anoche había desaparecido, se puso su máscara de mentiras.

—Vieron como mi esposa me trata —me apunto con su dedo—, voy a acusarla.

Mis amigos le siguieron la burla riéndose, los muy idiotas.

Sin hacerles ningún caso me levanté del suelo y recogí todas mis cosas.

 —¿A dónde vas gatita? —había olvidado que en ese cuerpo no solo estaba el Edward con sentimientos sino también el idiota.

 —Me dirijo a algún lugar donde pueda tranquilizarme porque si sigo mucho tiempo aquí voy a perder mis estribos y no vas a salir de este hecho hospital muy pronto.

 —Gatita por alguna casualidad me estás amenazando —se hizo el ofendido —porque si es así mide tus palabras que tenemos testigos —apuntó a mis amigos.

 Estos estaban que no podían aguantar más la carcajada, se estaban divirtiendo mucho a nuestra costa.

 —Deja de decir estupideces sino quieres que te calle yo.

 —Ah sí y como me vas a callar dándome un beso —engurruñó sus labios.

 —No, esposito —llegó mi momento de reír— los momentos clichés se los dejamos a Aisha.

 —¡Oye! —la aludida de quejó, pero fue ignorada.

 —¿Entonces qué forma es esa? —me miró expectante.